Chuytoño está siendo el fin de Malova

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Mario López Valdez y Juan Millán Lizárraga están cortados con la misma tijera: la soberbia. Padre e hijo político, debe ser algo así como parte de su génesis. Ya ni buscarle hacia atrás, para qué. La administración de Jesús Aguilar Padilla de por medio, los une un personaje casi novelesco: Jesús Antonio Aguilar Íñiguez, Chuytoño. Hasta la ignominia, por lo que se aprecia.

Hace exactamente doce años, el jefe de la Policía Ministerial ubicó a la saliente administración de Juan Millán en su peor crisis, cuando, al ser asesinado Rodolfo Carrillo Fuentes en la Plaza Cinépolis, se descubrió que comandantes en activo, pero comisionados, eran parte de la escolta del narcotraficante. Ya Ríodoce había hecho públicas propiedades del jefe policiaco que no pudo adquirir con dinero lícito, pero el entonces gobernador le dijo que aguantara: “Vamos a salir de esta, comandante”, palabras más o menos. Pero al escándalo del crimen, en el que murió también la esposa del capo, siguió la huida de la plana mayor de la Policía Ministerial, comandada por Chuytoño.

Varios fueron a la cárcel y otros resultaron absueltos. Aguilar Íñiguez logró la exoneración de los cargos de lavado de dinero y delincuencia organizada y se reintegró a la vida pública, no sin antes fungir como jefe de seguridad del ex gobernador Antonio Toledo Corro, otro negro personaje de la política sinaloense, acusado públicamente por las autoridades norteamericanas de estar ligado al narcotráfico.

Ensoberbecido por el poder, Mario López Valdez no tomó en cuenta sus antecedentes. No es una “blanca paloma”, decía, pero necesitamos a alguien que se enfrente a la delincuencia. Chuytoño empezó como “asesor”, pero con una pistola nueve milímetros fajada al cinto. Merodeaban sobre el poder otros dos personajes del mismo perfil: Luis Domingo Pérez Hernández y Juan Manuel Zarco Bernal. El primero murió asesinado cruelmente en los inicios del mandato de Malova y el segundo fue segregado de un cargo que ya ostentaba, como subsecretario de seguridad, en medio de críticas a su pasado en la administración y también ligado a crímenes relacionados con el narcotráfico.

Juan Millán, por la experiencia vivida al final de su mandato, pudo haber recomendado a Mario López Valdez que no contratara los servicios de Aguilar Íñiguez, haberle dicho que tarde o temprano lo metería en un problema similar al que él vivió. Pero estaban de fiesta, tirando la casa por la ventana y se creían dueños de todo, hasta del destino.

Pronto se sabría para quién y quiénes trabajaban las estructuras de seguridad de Sinaloa, comandadas políticamente desde la Secretaría General de Gobierno, a cargo de Gerardo Vargas Landeros, el número dos de la administración estatal, pero el número uno en estos temas.

No fue gratuito, por ello, que cuando reaprehendieron a Joaquín Guzmán Loera en los condominios Miramar, de Mazatlán, se vino una crisis de terror en la administración malovista, pues todo el mundo empezó a calcular que con la detención del Chapo quedarían evidenciadas las complicidades del gobierno estatal con el crimen organizado.

Chuytoño dueño de la seguridad en el estado —el general Moisés Melo García no es más que comparsa en este esquema de simulación en materia de seguridad—, ahora se ha convertido en el blanco principal de las investigaciones que realiza el gobierno federal en torno al ataque en el que fueron asesinados cinco militares y diez resultaron heridos.

El cuadrante donde se perpetró el ataque estaba bajo resguardo de la Policía Ministerial en el esquema de coordinación que mantienen las corporaciones, y esa madrugada no había nadie vigilando, lo cual ha llamado la atención del gobierno federal, igual que el hecho de que policías municipales de Badiraguato  hayan escoltado la ambulancia en que fue trasladado a Culiacán Oliver Escobar Vall, otro gatillero herido en los enfrentamientos de ese 30 de septiembre en la sierra de ese municipio y que fue rescatado por hombres armados antes de llegar a Culiacán.

Por ello no fue gratuita la revisión de armas “de rutina” realizada por la Seido y el Ejército Mexicano a policías ministeriales ni el aseguramiento de teléfonos celulares a 35 de ellos. Van siguiendo pistas, y éstas conducen hacia la cúpula de la Policía Ministerial.

Bola y cadena

“QUE LOS VIEJOS ERRORES NO VUELVAN a cometerse”, dijo Mario López Valdez en su discurso de toma de posesión del cargo la noche del 31 de diciembre de 2010. “Quiero ser el mejor gobernador del país y hacer de nuestro estado el mejor lugar para vivir”. Juan Millán había dicho en su momento que quería pasar a la historia como el mejor gobernador de Sinaloa. Los dos tuvieron la oportunidad, pero les ganaron los compromisos. Y la soberbia. Los dos en medio de un personaje de la novela negra.

Sentido contrario

ALGUIEN DEBE PARAR, CON LA LEY EN LA MANO, los excesos de los taxistas que se oponen a que la empresa Uber trabaje en Sinaloa. Con las leyes en la mano. No hay que olvidar que a partir de las concesiones se crearon mafias muy poderosas en el transporte público, impunes. Ya un incidente ocurrido en Los Mochis, donde un propietario de un auto Uber rescató la unidad a punta de pistola, es el primer aviso. O el gobierno detiene esto, o la sangre llegará al río.

Humo negro

EL NOBEL DE LITERATURA PARA Bob Dylan tenía que ser polémico. Ahora hasta el significado de la literatura está en los debates del mundo a partir de esta decisión de la Academia Sueca. Se esgrime la pureza de las letras para contradecir, pero también la libertad de la palabra para brindar. Dylan es Dylan. La literatura y la poesía también. En todo caso, buena oportunidad para recordar que nuestro Jorge Luis Borges murió sin que la Academia le reconociera sus méritos. Lo cual, dicen algunos, lo hizo más grande.

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Decenas de mujeres salieron a manifestarse este 8M a las calles de Culiacán, para exigir justicia por las víctimas de violencia. Partieron del Ayuntamiento y hasta el Palacio de Gobierno donde realizaron pintas.
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