Peña descubriendo el hilo negro

 

En tiempos de la muerte de Fidel Castro, nada mejor que parafrasearlo. El presidente Enrique Peña se acurruca con la burocracia y se hincha de aplausos al iniciar el quinto año de gobierno, el último tercio de su mandato. No pide ser absuelto por la historia, como Fidel, pero sí anticipa que “la historia pondrá en su justa dimensión cada una de esas reformas (estructurales).” Más todavía, su discurso asegura que generarán oportunidades para hijos y nietos.

El acto de Peña Nieto con la burocracia alcanza dimensiones apoteósicas. El auditorio de la Expo Santa Fe en la Ciudad de México estuvo repleto, tantas personas como en un juego de futbol, pero además convocó a otros miles de funcionarios federales en cada ciudad del país para seguir en directo la transmisión y mensaje de los Cuatro años transformando a México, encuentro con servidores públicos. Las pausas del discurso del Presidente se aplaudieron no solo en vivo sino también remotamente en cada sala del gobierno federal donde se retransmitió.

Peña Nieto rememoró seguramente los tiempos de campaña, estrechó manos y se fotografió con enfermeras, policías y burócratas. Se paseó por pasillos y recibió ovaciones. Inyección de ánimo a un Presidente que en el día a día vive en un país donde lo bueno casi no se cuenta, pero está convencido de que cuenta mucho.

En el retorno del PRI a Los Pinos se desperdiciaron dos años completos del sexenio y muchos ven imposible que se recupere en el cierre, con el desgaste del Presidente y además tener que lidiar con la sucesión. Los dos primeros años impecables, operando con fineza el andamiaje de las reformas estructurales, se fueron derrumbando tornillo a tornillo hasta desplomarse por completo. Y entonces pasamos del Mexican moment al México del meme, de la burla atroz a un Presidente ridiculizado en redes sociales hasta puntos lastimosos.

Pero Peña Nieto ante la burla se muestra obcecado, intacto en la estrategia que se marcó: “No es momento de estar descubriendo el hilo negro, y de estar inventando, y de estar incorporando nuevas cosas; sino de concentrarnos en esas tareas y en esos objetivos que están trazados, y por los que hemos venido trabajando.”

Pide el Presidente redoblar el paso a la burocracia en pleno, pero el cierre de su gobierno arranca problematizado: con un tipo de cambio en las nubes, histórico; con el anuncio de la renuncia del gobernador del Banco de México y los mensajes que implica su salida; con un recorte presupuestal sin comparación y nulas expectativas de recuperación en los ingresos fiscales. Nada fácil, sin contar la política que todo lo contamina, con la persecución de exgobernadores y una sucesión anticipada.

 

Margen de error

(Quirino) A Quirino Ordaz le tocará la peor parte del gobierno de Enrique Peña. Enfrascado en el cierre apresurado del gobierno, atropellado por la evidente pero negada crisis de credibilidad, y una disminución peligrosa de los ingresos que obliga a recortes. Por eso al gobernador electo le durará muy poco seguirse apoyando en  el gobierno federal, su argumento de campaña de que pedirá ayuda a la federación en temas de seguridad —en un adelanto de la militarización de las  corporaciones policiacas—, y además en temas presupuestales, se le convertirá a Ordaz Coppel en un horcón lleno de polilla.

Ya no se trata de las condiciones en que encontrará el gobierno estatal, del armado del rompecabezas para conformar el gabinete, sino de la relación con un gobierno federal en franca retirada pero lleno de pendientes.

A Quirino Ordaz no le queda de otra más que rascarse con uñas propias. Porque estará los dos años que le quedan a Peña Nieto y otros dos años con el nuevo gobierno, y en un escenario en el que el PRI podría no mantenerse en Los Pinos.

El otro plan es seguir la estrategia de Mario López Valdez, quien se mostró calderonista mientras Felipe y el PAN estaban en la presidencia, pero sencillamente cambió el switch a la llegada de Enrique Peña. Al final Malova nunca se llevó el corazón al PAN, y el ombligo lo tenía y tiene enterrado en tierras del PRI.

 

Mirilla

(Escombros) Los alcaldes de Sinaloa se la han pasada gastando lo que no tienen. Ahorcados por un gasto corriente que apenas logran sacar, están siempre comprometidos con sus ingresos y empezaron una carrera al vacío por la vía de deudas sin fuente de pago. Pedir y pedir, aunque no se sepa cómo pagar. Así resolvieron la inmediatez, pero dejarán en el precipicio las finanzas en el mejor de los casos y saltarán al vacío en otros.

Hay de todo en los 18 municipios, deudas muy altas aunque aún manejables —como el caso de Culiacán— y deudas tan altas que no alcanza el dinero para pagar la nómina y otros compromisos, como Guasave o Angostura.

Por encima, aunque falta mucho por revisar, el único que parece entregar en mejores condiciones es Ahome. Pero el caso de Guasave, Angostura y Navolato, están al borde de la crisis y casi en la insolvencia.

Los nuevos presidentes municipales llegarán a administrar en números rojos y en el mejor de los casos ruinas y escombros.

Va más allá de un tema de pésimos administradores, es ya estructural la condición precaria de los municipios: los servicios son malos y nunca con una cobertura completa, las nóminas se inflaron a niveles de la inoperatividad, y carecen de una plantilla profesionalizada.

 

DEATRASALANTE

(Fidel) Sinaloa tiene su pasado cubano, guevarista, fidelista y de izquierda. Igual que muchas regiones de América latina de finales de los años 60 y 70 del siglo pasado, la Revolución Cubana era un ejemplo a seguir que cundió. El Che convertido en estandarte de jóvenes movilizados y reclamando, estuvo también en calles del centro de Culiacán y de Sinaloa. Frases de Fidel fueron pintas de bardas en estas ciudades.

En Sinaloa viven muchos cubanos que llegaron de maestros o como entrenadores deportivos. Y por años prepas y auditorios de la Universidad Autónoma de Sinaloa se bautizaron como El Che, Lenin o Marx.

Hoy todo eso suena viejo, anacrónico, y muchos de aquellos protagonistas ya conversos incluso hacen como que aquello no pasó. (PUNTO)

Ok Javier

OK/Judith

 

Foto:       peña 1

 

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Peña descubriendo el hilo negro

En tiempos de la muerte de Fidel Castro, nada mejor que parafrasearlo. El presidente Enrique Peña se acurruca con la burocracia y se hincha de aplausos al iniciar el quinto año de gobierno, el último tercio de su mandato. No pide ser absuelto por la historia, como Fidel, pero sí anticipa que “la historia pondrá en su justa dimensión cada una de esas reformas (estructurales).” Más todavía, su discurso asegura que generarán oportunidades para hijos y nietos.

El acto de Peña Nieto con la burocracia alcanza dimensiones apoteósicas. El auditorio de la Expo Santa Fe en la Ciudad de México estuvo repleto, tantas personas como en un juego de futbol, pero además convocó a otros miles de funcionarios federales en cada ciudad del país para seguir en directo la transmisión y mensaje de los Cuatro años transformando a México, encuentro con servidores públicos. Las pausas del discurso del Presidente se aplaudieron no solo en vivo sino también remotamente en cada sala del gobierno federal donde se retransmitió.

Peña Nieto rememoró seguramente los tiempos de campaña, estrechó manos y se fotografió con enfermeras, policías y burócratas. Se paseó por pasillos y recibió ovaciones. Inyección de ánimo a un Presidente que en el día a día vive en un país donde lo bueno casi no se cuenta, pero está convencido de que cuenta mucho.

En el retorno del PRI a Los Pinos se desperdiciaron dos años completos del sexenio y muchos ven imposible que se recupere en el cierre, con el desgaste del Presidente y además tener que lidiar con la sucesión. Los dos primeros años impecables, operando con fineza el andamiaje de las reformas estructurales, se fueron derrumbando tornillo a tornillo hasta desplomarse por completo. Y entonces pasamos del Mexican moment al México del meme, de la burla atroz a un Presidente ridiculizado en redes sociales hasta puntos lastimosos.

Pero Peña Nieto ante la burla se muestra obcecado, intacto en la estrategia que se marcó: “No es momento de estar descubriendo el hilo negro, y de estar inventando, y de estar incorporando nuevas cosas; sino de concentrarnos en esas tareas y en esos objetivos que están trazados, y por los que hemos venido trabajando.”

Pide el Presidente redoblar el paso a la burocracia en pleno, pero el cierre de su gobierno arranca problematizado: con un tipo de cambio en las nubes, histórico; con el anuncio de la renuncia del gobernador del Banco de México y los mensajes que implica su salida; con un recorte presupuestal sin comparación y nulas expectativas de recuperación en los ingresos fiscales. Nada fácil, sin contar la política que todo lo contamina, con la persecución de exgobernadores y una sucesión anticipada.

 

Margen de error

(Quirino) A Quirino Ordaz le tocará la peor parte del gobierno de Enrique Peña. Enfrascado en el cierre apresurado del gobierno, atropellado por la evidente pero negada crisis de credibilidad, y una disminución peligrosa de los ingresos que obliga a recortes. Por eso al gobernador electo le durará muy poco seguirse apoyando en  el gobierno federal, su argumento de campaña de que pedirá ayuda a la federación en temas de seguridad —en un adelanto de la militarización de las  corporaciones policiacas—, y además en temas presupuestales, se le convertirá a Ordaz Coppel en un horcón lleno de polilla.

Ya no se trata de las condiciones en que encontrará el gobierno estatal, del armado del rompecabezas para conformar el gabinete, sino de la relación con un gobierno federal en franca retirada pero lleno de pendientes.

A Quirino Ordaz no le queda de otra más que rascarse con uñas propias. Porque estará los dos años que le quedan a Peña Nieto y otros dos años con el nuevo gobierno, y en un escenario en el que el PRI podría no mantenerse en Los Pinos.

El otro plan es seguir la estrategia de Mario López Valdez, quien se mostró calderonista mientras Felipe y el PAN estaban en la presidencia, pero sencillamente cambió el switch a la llegada de Enrique Peña. Al final Malova nunca se llevó el corazón al PAN, y el ombligo lo tenía y tiene enterrado en tierras del PRI.

 

Mirilla

(Escombros) Los alcaldes de Sinaloa se la han pasada gastando lo que no tienen. Ahorcados por un gasto corriente que apenas logran sacar, están siempre comprometidos con sus ingresos y empezaron una carrera al vacío por la vía de deudas sin fuente de pago. Pedir y pedir, aunque no se sepa cómo pagar. Así resolvieron la inmediatez, pero dejarán en el precipicio las finanzas en el mejor de los casos y saltarán al vacío en otros.

Hay de todo en los 18 municipios, deudas muy altas aunque aún manejables —como el caso de Culiacán— y deudas tan altas que no alcanza el dinero para pagar la nómina y otros compromisos, como Guasave o Angostura.

Por encima, aunque falta mucho por revisar, el único que parece entregar en mejores condiciones es Ahome. Pero el caso de Guasave, Angostura y Navolato, están al borde de la crisis y casi en la insolvencia.

Los nuevos presidentes municipales llegarán a administrar en números rojos y en el mejor de los casos ruinas y escombros.

Va más allá de un tema de pésimos administradores, es ya estructural la condición precaria de los municipios: los servicios son malos y nunca con una cobertura completa, las nóminas se inflaron a niveles de la inoperatividad, y carecen de una plantilla profesionalizada.

 

DEATRASALANTE

(Fidel) Sinaloa tiene su pasado cubano, guevarista, fidelista y de izquierda. Igual que muchas regiones de América latina de finales de los años 60 y 70 del siglo pasado, la Revolución Cubana era un ejemplo a seguir que cundió. El Che convertido en estandarte de jóvenes movilizados y reclamando, estuvo también en calles del centro de Culiacán y de Sinaloa. Frases de Fidel fueron pintas de bardas en estas ciudades.

En Sinaloa viven muchos cubanos que llegaron de maestros o como entrenadores deportivos. Y por años prepas y auditorios de la Universidad Autónoma de Sinaloa se bautizaron como El Che, Lenin o Marx.

Hoy todo eso suena viejo, anacrónico, y muchos de aquellos protagonistas ya conversos incluso hacen como que aquello no pasó. (PUNTO)

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