Andrés Villarreal
(SWITCH) La Marina se le acercó al Mayo. ¿Qué tanto? y ¿hasta dónde penetró el círculo? son todavía incógnitas. A estas alturas es claro que Enrique Peña replegó al ejército en el combate al cártel de Sinaloa y se lo cedió a la Marina, o al menos replanteó prioridades. La Armada ya logró penetrar la red de seguridad, con la suficiente información para darle certeros golpes a Ismael Zambada.
La Marina y sus grupos elite arman muchas de sus operaciones, comparten información con la DEA —la agencia antidrogas estadunidense—, e incluso algunos de sus miembros han sido entrenados allá. La información de inteligencia de la SEMAR va trabajando en las figuras concéntricas de Ismael Zambada. Dos ejemplos: el enfrentamiento con Gonzalo Inzunza Inzunza, brazo ejecutor en contacto directo con Zambada, en diciembre del 2013 en Puerto Peñasco, Sonora; y ahora en Culiacán, la captura de Jesús Peña demuestra el rompimiento de otro anillo de los que rodean al capo de El Álamo.
Aunque operaban juntos, Jesús Peña González es justo lo contrario del recientemente capturado José Rodrigo Aréchiga Gamboa, el Chino Ántrax. Nada de twitter, ni rifas por facebook. Tampoco fotos. No aparece en ninguna información oficial, sea de la SEDENA, la PGR o la propia Marina. No hay recompensa por su captura. Todo lo que se sabe de él forma parte de filtraciones con las que se arman muchos rompecabezas, siempre con piezas faltantes.
El barrido que hace en Culiacán el comando de la Marina asignado a la operación contra el Mayo, no llega hasta ahora a la amplia red institucional de corrupción que rodea —otro círculo más en torno al narco— al escudo protector de Zambada García. Policías y jefes no han sido acusados de aparecer en narconóminas. No quiere decir que la red protectora dejó de existir, sino que la estrategia cambió.
Más le conviene a Mario López Valdez no pasar por lo mismo que a Jesús Aguilar Padilla, que tuvo que ver a todos sus jefes de las corporaciones en una —ahora sí vale el término— supuesta nómina de los Beltrán Leyva. Pero aún así no está zafo todavía. La Marina amenaza con instalarse provisionalmente en Culiacán, y podrían contar con más información de otros sitios de refugio del narco.
La acción vulnera también de retache al propio general Moisés Melo, hasta hace muy poco comandante de la plaza y en espera del nombramiento como coordinador de seguridad —cualquier cosa que eso signifique—. Ya se verá qué tanta capacidad tiene realmente Melo García de ser un interlocutor con las áreas de seguridad del gobierno federal, especialmente la Marina, si se queda en Culiacán.
MARGEN DE ERROR
(SSHHH) Armando Villarreal hizo solo números…y ese es su negocio siendo tesorero, pero cada número tiene nombre y apellido. ¿Quién le dijo que los cortes y recortes del gobierno estatal debían ser del 20 por ciento de la nómina? ¿Por qué no el 10 o el 30? La orden se pasó, y para secretarios de estado y coordinadores fue el pretexto ideal para deshacerse de los incómodos, no necesariamente de los inútiles. Juego de palabras otra vez: queremos cortar grasa, no músculo, diría Malova. Si se tratara realmente de una acción de gobierno respaldada técnicamente, el recorte sería diferenciado, con indicadores de desempeño para medir a los trabajadores necesarios y a los prescindibles. Y además una revisión de los procesos burocráticos —un mismo papel es revisado hasta tres veces en el área de gobierno, todo para regresar a las primeras manos por las que pasó.
El caso del Instituto de Cultura es el más claro para explicar la pretensión gubernamental del recorte. Antes de pedir licencia a la dirección del ISIC, María Luisa Miranda dejó una sinfónica de reclamos por la lista del recorte (en la Procuraduría de Justicia ni siquiera le avisaron a los recortados, pusieron la huella en el checador y simplemente ya no los reconoció). Y es que en la lista del ISIC hay verdaderos prodigios de la música o la danza. Maestros y maestras con una larga trayectoria artística y un dominio sin discusión de su área. Podría ser el caso exacto de otras instituciones, cuando muy seguramente muchos otros inútiles siguen ahí calentando la silla.
DEATRASALANTE
(GRRRR) Sergio Torres, el alcalde de Culiacán, ya ganó tiempo con el pleito del circo Rolex. Recurrió a la vieja táctica del fuego para distraer al enemigo. La enseñanza de Sun Tzu es que “el arte de la guerra se basa en el engaño”. No hay otra explicación para que el presidente de la capital gaste su fuerza en infiernillos.
El anuncio de no otorgar permisos a espectáculos con animales, principalmente los circos, concentró la atención de tal modo, que ya nadie pregunta qué pasó con las deudas del municipio, con la revisión de las finanzas heredadas, con las obras públicas concentradas en unas cuantas constructoras, o con los más de 500 trabajadores que despidió en su arribo a la administración.
El circo Rolex es exitoso en Culiacán; su temporada se prolonga por meses en una ciudad de apenas 800 mil habitantes; no lo logra ni la más taquillera de las películas. Franccesco, la figura principal, es un imán entre adolescentes. Ellos saben que la plaza les da para más, y que al perder el permiso dejan atrás también unos cuantos miles de pesos.
Con la ocurrencia, que no viene acompañada de una política de protección a los animales, Sergio Torres les quitó presión a todos sus colaboradores, y sobre todo a él mismo. Ha podido dedicarse a programar reuniones con los delegados federales buscando dinero, armar los foros ciudadanos para mandar el mensaje de que promueve la participación y de que escuchará.
Pero jugar con fuego siempre lleva riesgos. Lo que le convenía es que se consumiera por sí mismo, pero ya no fue así. Los cirqueros están defendiéndose y ya pidieron apoyos.
