Lo niego todo

 

pegasus

Fue Felipe Calderón, siendo Presidente, quien se bebió unos tequilas con el compositor español Joaquín Sabina en Los Pinos, pero es Enrique Peña quien se encarga de emularlo. Por eso no sorprende la respuesta del Presidente a la investigación de gobierno espía, publicada en el New York Times basándose en una investigación de las organizaciones Citizen Lab y R3D. Peña Nieto repite el estribillo de Sabina: Lo niego todo, incluso la verdad.

Es el mismo argumento al que recurrió Peña ante la revelación periodística de la Casa Blanca, la lujosa mansión que un contratista del gobernador del Estado de México le construía a la pareja presidencial: si me cuentas mi vida, lo niego todo.

Aunque el asunto es tecnológicamente sofisticado se explica de una manera bastante simple. El software Pegasus, creación de la empresa israelí NSO Group, se infiltra en los teléfonos y otros dispositivos, apoderándose de todo: las llamadas, los mensajes, los contactos, incluso la cámara fotográfica y el micrófono. Así lo documentaron Azam Ahmed y Nicole Perlroth, en un texto publicado el pasado 19 de junio en el New York Times. Aunque en México se sabe desde agosto de 2016 de esa herramienta, no se profundizado y menos rastreado la infiltración del software en los teléfonos de periodistas, defensores de derechos humanos y miembros de organizaciones civiles.

Así como en la Casa Blanca el Presidente solicitó que fuera la Secretaría de la Función Pública quien investigara el caso y rindiera un informe, nombrando para eso al amigo Virgilio Andrade. Igual ahora, Peña Nieto pide que sean los acusados justamente quienes se encarguen de investigar. No sin antes deslindar al gobierno mexicano de ser espía, los descarta sin existir ninguna pesquisa. Más aun, Peña Nieto se incluye entre los perseguidos. “Las más de las veces nos sentimos espiados” y con alta probabilidad de que sí es espiado: “No va a faltar que alguien o alguna vez exhiban una conversación mía”. Aquí de nuevo Peña Nieto proyectado con Sabina: Si es para hacerme daño, se lo que me conviene.

Pero Pegasus, el caballo con alas, es muy seguro que voló a los gobiernos estatales. Hay evidencia de al menos media docena de entidades federativas que tuvieron de alguna el software para espiar a sus potenciales contrincantes o enemigos, en ninguno de los casos delincuentes bajo investigación, sino actores sociales.

Más de un gobernador o fiscal resultará evidenciado si se amplía el radio de investigación.

 

Margen de error

(Primero, los enemigos) Pegasus o arcaicos métodos para grabar conversaciones, es durante las campañas políticas cuando muchas de las mezquindades humanas, de las ilegalidades toleradas al calor de la lucha por el poder, y con demasiada frecuencia hasta los delitos. Algunos de los crímenes de personajes políticos ocurridos en campaña, terminan por atribuirse a esa disputa por el poder.

En cada campaña electoral en México y otros países, se recurre a la práctica común para eliminar contendientes, revelando secretos o conversaciones comprometidas de los protagonistas. Ganen o pierdan, los espiados terminan por callar. Aceptan porque ellos mismos también espulgaron entre el lodazal de sus rivales.

 

Primera cita

(Correr) Entre las muchas torpezas de Lucero Sánchez, sin contar la principal y original que la involucró donde está, sobresale la más reciente revelada ante la jueza Barbara Major, en San Diego: Ya en la aduana estadunidense, Lucero Sánchez se percató de que algo estaba mal al presentar su visa e intentó desesperadamente regresar a territorio mexicano. Corrió. Pero en la intentona fue detenida.

La captura de Lucero Sánchez y la revelación de un largo expediente en su contra, podría tranquilizar o poner a temblar a otros actores en México que todavía se creen con futuro político. Todo porque la jovencita cosalteca, que llegó a diputada local por una alianza de partidos, también deja saldos pendientes en México. Quizás no relacionados con delitos, pero sí políticamente.

Lucero Sánchez no llegó sola a proponerse y obtener así la permisibilidad de los partidos para volverla candidata, con todo y las muchas evidencias que en 2013 ya se conocían. A ella la respaldó un empoderado y compacto grupo que  desde el mismo gobierno y de las cúpulas de los partidos, la condujeron al Congreso.

En Sinaloa y en México muchos se lavaron las manos, pero las pruebas los hunden.

 

Deatrasalante

(Las alas del caballo) El año pasado, en pleno proceso electoral de 2016, el hoy gobernador Quirino Ordaz, entonces candidato del PRI, era espiado y sus conversaciones grabadas. Faltaba menos de un mes para la elección y Quirino Ordaz se escuchaba en las grabaciones telefónicas con Sergio Torres, en ese momento Alcalde en funciones, o con uno de sus siempre cercanos operadores, Fernando Zepeda. Todo, filtrado a las redes sociales, y de ahí saltando a los medios informativos tradicionales. También se escuchó el fuego amigo en otra llamada entre Fernando Pucheta –hoy Alcalde de Mazatlán, y entonces candidato- y la diputada local Maribel Chollet, el primero negándose a aparecer en un espectacular al lado de Quirino.

Ni como candidato, ni como gobernador electo, ni al llegar al cargo, Quirino Ordaz profundizó en la investigación sobre sus espías. Dejó correr. Como en su momento Jesús Aguilar Padilla, atacado con esas armas en 2010. Y muchos más en las últimas dos décadas de elecciones creíbles en México (PUNTO)

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