Javier y el juego de las escondidas

 

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Muy querido Javier:

Caminas con el peso del mundo encima. Es monumental. Cualquiera otro sería un chicle bajo el zapato. Pero tú, Javier Valdez Cárdenas, firmas y hablas echándote encima más historias, más peso. Con cada historia reporteada, con cada anotación en la libreta y el pleito con el teclado,te pusiste a cargarlos a todos: desaparecidos, buscadoras, desplazados, huérfanos, heridos, muertos.

Hay un mosaico de este México que fuiste armando minuciosamente con cada piececita. Escuchándolos a todos. Una herida de sangre salpicando, que no cicatriza nunca. No sabes cómo sacudirte tantas historias, nos quieres además.Inconforme, siempre, te propusiste ser todos ellos: un desaparecido, un buscador impertérrito, un desplazado de tu tierra, un huérfano, un herido, un muerto.

Javier, tendrás que creértela, te hiciste dueño de una escritura y una voz. Es tuya y tendrás que creértela de una vez por todas. Sacudirte esa incredulidad perpetua.La voz que fuiste afinando por años de batallas periodísticas se escucha clarita. Por eso no te sorprenderás de lo que pasa…y creerás.Maldito incrédulo, tendrás que creer. Siempre imaginándote desnudo en medio del páramo. Solo creerás porque lo digo yo.

Javier, tu nombre está en todos lados. Pero el precio es el más caro que pudiste pagar. Nos haces pagarlo a todos, pero hasta en eso te llevas la peor parte. Siempre preocupado por todos. Nosotros nunca lo suficiente por ti. ¿Creerás que hasta el gobierno de Donald Trump le pidió a Enrique Peña el esclarecimiento de tu asesinato? —Pinche Trump—.

Y el Presidente Enrique Peña citó a todos los gobernadores porque ahora sí se implementará un mecanismo de protección a periodistas y defensores de los derechos humanos. Y tenía los ojos rojos, se veía demacrado. —Qué actorazo Peña—.

Aquí naciste. Tenías que nacer en Culiacán, en Sinaloa, en México. “…una ciudad violenta, capital de un estado cavernario” (escribiste).Donde “es un peligro estar vivo y hacer periodismo es caminar sobre una invisible línea marcada por los malos que están en el narcotráfico y en el gobierno” (dijiste, repetiste, repites). Aquí te quedaste. “Morir es una delicia frente a esta cada vez más generalizada práctica, igualmente macabra y criminal, de privar de la libertad a una persona, de desaparecerla.” (tecleaste).

Todo esto ya lo sabes. Divago.

Lo que no sabes es que son muchísimos quienes te piensan. En este Culiacán más tuyo que nunca. En otras ciudades. En varios países. La lista de nombres es larga. En otra carta mandaremos los detalles. Videos, columnas y notas. Leerlos te hará bien.Escucharlos te reconfortará. No solo hay amigos. Hay incluso detractores de antaño. Si te reconocen tus enemigos has pasado de nivel. También otros quienes ni siquiera conoces, pero ellos a ti sí, quienes alguna vez te escucharon o leyeron.

Ahora te entiendo un poco más, Javier, esa terquedad de buscar y apropiarse de sitios en tu ciudad que se convertían en un santuario. Cafés, cantinas. Todos sitios públicos. Ese gusto particular tuyo, Javier, por estar solo en medio de tanta gente. Solo en la multitud.

Es curioso entonces que te apropiaras también de palabras como páramo, oquedad, azoteas. Qué fijación la tuya, Javier, con las palabras que abarcan la soledad. Armaste un estilo que es solo tuyo en el periodismo mexicano. Así como te apropiaste de los sitios lo hiciste con muchas palabras por las que ahora nos tendremos que pedir permiso por derecho de autor. Ninguno de nosotros puede usar esas palabras sin pedirte permiso, Bato. (Tampoco esa podemos usarla).

El juego de las escondidas continúa Javier. Tú nunca te escondes, vives en la luz. Pero los malditos sí se esconden, viven a oscuras, aunque piensen al revés. Algún día derrotaremos a los malditos.

Por ahora lo complicado será enviarte el Ríodoce cada domingo, sin falta, nunca entendí donde reciben la correspondencia los carteros.

 

Primera cita

(Escribir) “Ya no alcanza el español, nuestras palabras para contar lo que pasa ya no alcanzan, de plano. Se necesitan muchos adjetivos y nos quedaríamos cortos.” Javier Valdez Cárdenas, Huérfanos del Narco.

 

Deatrasalante

(Ayer es hoy)Fui el presentador oficial de los libros de Javier. No me había dado cuenta hasta hoy, revisando los archivos, que uno tras otro me fue dando ese privilegio. El último fue Narcoperiodismo. La prensa en medio del crimen y la denuncia. Hablé y hablé, pero las decenas de estudiantes esperaban escuchar a Javier. Se fue haciendo experto en atraer la atención, especialmente de jóvenes. Una palabra altisonante aquí y otra allá le iban dando la oportunidad de atraparlos, aunque en las manos trajeran el celular.

Hoy reviso aquel ayer de lo que dije, y como muchas otras situaciones que nos han pasado, suenan raras:

“No esperen una escritura complaciente. Javier Valdez no sabe escribir así. Se involucra, vive, sobrevive, se ahoga en la historia porque solo a punto de morir es posible saber que seguimos vivos.

“Temo algún otro libro de Javier Valdez, va dejando pedazos de sí mismo en cada uno de ellos, temo pues, que un mal día me digan que se entregó por completo y no queda nada de él.”(PUNTO)

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