Para poner nervioso y luego asustar a un exgobernador hace falta mucho más que suspenderle la cuenta pública de un semestre. La decisión del Congreso de Sinaloa, con todo y que es histórica porque ninguna mayoría de diputados se había atrevido a poner en duda el ejercicio de gobernador alguno, no deja de ser solo política.

En tanto la suspensión no se acompañe de denuncias —incluso con denuncias penales muchos funcionarios siguen tan campantes—, Malova no tiene de que preocuparse. Puede seguir jugando golf, irse de weekend a San Diego, o posar para la foto en el mostrador de una de sus ferreterías haciendo como que trabaja.

El ejemplo más claro es José Manuel Chenel Valenzuela, a quien el Congreso le suspendió la cuenta pública de Angostura correspondiente al segundo semestre de 2013, la última de su segunda gestión como Alcalde; por dos años la cuenta pública estuvo suspendida y rechazada su aprobación en cuatro ocasiones. Finalmente se aprobó en 2016, a unas semanas de que el Chenel se lanzara por tercera ocasión por la Presidencia Municipal, en todas las ocasiones por partidos distintos.

Malova, que nunca se caracterizó por su discreción, respingó de inmediato ante la decisión priista de entramparle la aprobación de la cuenta pública. Pero no la dejó ahí, ha seguido emitiendo mensajes y comunicados sobre ello. Incluso dos de sus funcionarios, Gerardo Vargas y Humberto Villasana, ya acudieron a la Auditoría Superior enviados por él.

Más allá de lecturas e interpretaciones, el PRI ajustó al exgobernador, aunque esa advertencia sea benigna. El PAN se montó en la ola y aprovechó para lavarse las manos, así sea como lo hizo Poncio Pilato.

Nadie salió a la defensa del exgobernador, ni siquiera los diputados que estuvieron en su gabinete, quienes prefirieron salirse del recinto. Se defienden mejor callados, eso sí que es un síntoma.

Mientras en Sinaloa se suspendía la cuenta pública, en Nuevo León el exgobernador Rodrigo Medina ingresaba al Penal de Topo Chico, para casi de inmediato salir. Al Bronco le tomó más de dos años encarcelarlo, así fuera solo por unas horas y para la foto. Eso que el gobernador Jaime Rodríguez sí construyó su campaña con señalamientos de corrupción al más alto nivel, además de que durante todo este tiempo le destinó recursos para integrar la acusación contra Medina.

Acá en Sinaloa no es el caso. Quirino Ordaz se ha pasado de cauteloso como gobernador, y en campaña ni siquiera insinuó nada. No da pie a la interpretación siquiera.

En cuanto al PRI, sale mal y tarde a este brete. Fue el PRI con su mayoría quien le aprobó a Malova sus diez cuentas públicas anteriores. No una ni dos, diez. Y a ninguna de las observaciones que le envió la ASE le dio seguimiento, muchas de ellas más que graves y que anticipaban el final que tuvo el gobierno malovista. El PAN se muestra ahora poco valiente, porque también estuvo avalando los ejercicios de gobierno año con año. Las voces que desde el Congreso estuvieron señalando irregularidades en la gestión de Malova, en especial Imelda Castro del PRD, eran como una voz en el desierto.

Margen de error

(Zona de turbulencias) Nada sano saldrá de esto porque no hay entre los actores políticos un interés legítimo donde Malova y su gobierno rindan cuentas. Aquí solo se trata del reacomodo de grupos de poder. Un estate quieto.

Ni Quirino ni el PRI pueden tener ese interés puesto que la estrategia política del nuevo gobierno se basa y se armó para concentrar por completo el poder, especialmente en aquellos puntos que son la ruta del dinero público. Pero además, porque llevar a otros escenarios la auscultación del gobierno de Malova sería escupir al cielo, puesto que en los hechos fue un gobernador priista. Con el triunfo de la coalición PAN-PRD la estructura de gobierno del PRI se mantuvo intacta. Los dos hombres fuertes de Malova, Gerardo Vargas y Armando Villarreal, son miembros del Consejo Político del PRI.

La votación en contra del PRI además está viciada de origen, porque el dictamen presentado por la Comisión de Fiscalización es aprobatorio, aun cuando la Auditoría Superior les señalaba las irregularidades encontradas. El PRI defendió el dictamen aprobatorio en la reunión privada, señalando que el porcentaje de observaciones eran mínimas.

Pero el fin de semana pasada en el PRI les mandaron la línea contraria. Ya para el martes 24, la mazatleca Irma Tirado y líder de la mayoría, culpaba a la ASE de no mandar la información completa. Ese fin de semana se decidía quitarle las vacaciones a Malova.

Mirilla

(Pobre defensa) El exgobernador está activo defendiéndose, al final está más que protegido con Marco Antonio Higuera Gómez en la Procuraduría —aunque tenga los días contados ahí. Pero aunque lo niegue Malova en sus argumentos de defensa ya está tocado. Lo pusieron en la mira los priistas, y no lo hicieron solos ni de mutuo propio, recibieron órdenes y las cumplieron cabalmente.

Primera cita

(Drible) Si el PRI quiere, si Quirino Ordaz está dispuesto a llegar a otras consecuencias, la cuenta pública del primer semestre de 2016 no es donde tiene que buscar para encontrar la serie de irregularidades del gobierno pasado. Ahí ni siquiera está la punta de la madeja ni el cúmulo de casos que podrían documentarse teniendo acceso a la información debida.

Por eso el brete del PRI y los diputados en el Congreso con la suspensión se muestra más como una finta que como una realidad que tendrá otras consecuencias.

Deatrasalante

(Espejo retrovisor) En las diez cuentas públicas anteriores a la rechazada la semana pasada, la votación de los diputados fue exactamente al revés. Más de 30 avalando la cuenta, un par o tres legisladores rechazándola. Invariablemente. ¿Cómo fue que el PRI cambió su postura? ¿Malova manejó limpiamente los recursos por cinco años y en el sexto cometió errores?

Bastaría una hojeada y ojeada a los seis años anteriores y el glosario de señalamientos llenaría varias páginas (PUNTO)