Este capítulo final del gobierno de Malova se llama limpiar la casa. Y va en todos los sentidos: allanará el camino a Quirino Ordaz como un acto de buena voluntad y obtener la gracia del nuevo gobierno o evidenciando un pacto entre ellos; se atreverá a enviar las propuestas que en seis años evitó, como el incremento a la aportación de los trabajadores al sistema de pensiones o el Impuesto Sobre Nóminas; y al final dejará limpia la caja, que no la casa, porque no quedará un peso disponible.

Y es que para poder sumar, en este caso y casi siempre, es necesario restar. Esa fue la opción que desde Administración y Finanzas se propuso, así se vino haciendo en los últimos seis años: quitarles a unos para darles a otros. Esta vez tocó a los miles de trabajadores de confianza, a quienes les restarían el aguinaldo otorgándoles solo 15 días en lugar de 60 de los años anteriores. Si algo aprendió Armando Villarreal en estos seis años es que para que alcance en un lado tiene qué quitarle a otro. Solo que ahora hay un factor en contra, el tiempo como un enemigo, porque el bote no se puede seguir pateando para adelante indefinidamente.

Hasta hoy, no hay algoritmo que rescate la temblorosa situación financiera final del gobierno de Malova. El tesorero Villarreal ya no tiene la tabla de salvación que lo mantuvo a flote en los momentos más difíciles, cuando con una llamada recibía una transferencia bancaria de 200, 300 o hasta mil millones de pesos. Los bancos le prestaban sin ninguna garantía ni la necesidad de aprobación del Congreso. Cada vez que se atoraba un asunto, Villarreal Ibarra recurría a los préstamos quirografarios como una inyección de oxígeno ante las deudas que ahogaban las finanzas. Pero no hace falta ser graduado de la London Business School para entender que pagar deudas con más deudas en algún momento no funcionará.

En la quincena más esperada del año, con toda la euforia del aguinaldo y las filas larguísimas en los bancos para retirar hasta los centavos, el gobierno estatal no logra completar el recurso suficiente para tantos pendientes que fue acumulando en el año. Justo ese día, la capital de Sinaloa se convirtió en un hervidero completo: constructores desfilaron por medio Culiacán con pancartas del adeudo de más de 100 millones por el estadio Ángel Flores (deuda que gobierno reconoce solo parcialmente); el sistema de emergencia C-4 fue abandonado por los trabajadores de confianza, porque les notificaron que el aguinaldo era parte de las restas del gobierno para otras sumas; en las mismas estaban otros grupos de empleados de la Procuraduría de Justicia…

El gobernador Malova, mientras tanto, solo ha aparecido en actos de despedida, como la inauguración del Teatro Ingenio en Los Mochis o la entrega de un reconocimiento en la Zona Naval, y fueron el secretario de Gobierno Gerardo Vargas y el tesorero Armando Villarreal quienes dieron la cara anunciando que sí pagarán el aguinaldo completo, pero hasta el día 20.

La pregunta será a quiénes se les restará ese recurso, si las protestas los obligaron a pagar lo que ya creían salvado.

Margen de error

(Abandonado) Al interior del gabinete de Malova, con las prisas de los pendientes y obligados a dejar barrida y trapeada cada secretaría, cunde la idea de que abandonaron al gobernador en su retirada. Pero el abandono a que se refieren es meramente presupuestal, pues esperaban una inyección final de recursos federales que le permitieran el retiro honroso.

Solo que en este caso se trata de un asunto únicamente técnico, no político. Una clara impericia en la administración que se fue volviendo una bola de nieve.

Cuando los nuevos administradores, encabezados por Armando Villarreal, arribaron al poder, hablaron del monstro de siete cabezas que era el gobierno estatal, al señalar la existencia de siete nóminas que serían revisadas con lupa para detectar a quienes cobraran doble o triple. Hoy, al monstro no solo no se le cortó una sola cabeza sino que peor aún, le han surgido decenas más. Nunca se ofreció la certidumbre de que sabían a quiénes les pagaban y que todos y cada uno tenían una función asignada.

Mirilla

(¿Y la nómina, apá?) En tiempos del incremento al Impuesto Sobre Nóminas, en los que las empresas y el servicio público tributan un porcentaje por el monto de su nómina, el nuevo gobierno podría poner el ejemplo y clarificar todos y cada uno de los empleos que mantiene (sindicalizados, con base, de confianza).

La frase desde el gobierno de que van a ajustarse el cinturón es el peor lugar común a que se pueda recurrir. Lo que necesitaron es ponerse a dieta, pero nunca se hizo.

Deatrasalante

(Desbocado) En un reporte periodístico de Ríodoce de junio pasado, firmado por Miriam Ramírez, se elaboró la sumatoria de los préstamos quirografarios: 14 mil 854 millones 668 mil 452 pesos. Para dimensionar, es cinco veces más que el megacrédito solicitado el primer año de gobierno, o 10 veces más que el presupuesto total a educación en un año.

Casi una tercera parte de los 14 mil 854 millones los solicitó en un solo año, en 2013, cuando en 21 veces acudió a la tabla de salvación de los préstamos quirografarios para sumar 4 mil 489 millones.

La justificación desde Administración y Finanzas fue muy simple: resolvía la falta de liquidez inmediata ante los retrasos en los envíos de las participaciones federales, pero expertos en administración pública lo definieron como una falta de previsión.

Parece un pasado muy lejano, aunque para el tesorero Armando Villarreal era un pasado perfecto, diría Leonardo Padura (PUNTO)