Andar en malos pasos

 

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Élmer Mendoza catapultó el habla sinaloense a nivel de literatura internacional (ándese paseando, diría Macías El asesino solitario). En sus novelas el habla moldeapersonajes, costumbres y alcances (los sinaloenses somos bien acá, correosos, orgullosos, atrabancados de a madre). Pero de repente ficción y realidad son una misma, tanto que llega a no saberse si las declaraciones públicas deMario López Valdez o de funcionarios del área de seguridad en el estado,son de un personaje de la Col Pop de Elmer Mendoza o del gobernador de Sinaloa realmente.

La más reciente no pasó inadvertida ni para analistas nacionales del tema de seguridad. Alejandro Hope laretomó para El Universal como una puntada: “Tenemos dos delitos que nos hacen aparecer con mucho temor, que es el de los homicidios dolosos, pero eso se circunscribe a gente que anda en actividades ilícitas, el 90 por ciento de los casos se da con la gente que anda en malos pasos…Cuando ocurre que hay gente víctima que no está metida, pues hay la investigación por parte de nosotros”.

No es ninguna revelación, pero si se trata de confesarse mejor que sea al final del sexenio. Siguiendo la argumentación de Hope, lo menos importante es el resbalón sobre la gente que anda en malos pasos, sino la cifra que Malova convierte en dato: sólo uno de cada 10 homicidios se investiga en Sinaloa —y en el país, tampoco somos únicos—. Que en si misma tampoco esla gran revelación, ninguna procuraduría de México cuenta con la infraestructura humana para una investigación de cada uno de los homicidios. No se necesita un algoritmo para descubrirlo, bastaría con unas sumas y restas:7 mil 500 homicidios en este sexenio requieren un aparato completo de investigación policial y ministerial con el que no cuenta Sinaloa ni ningún estado en México.

Tampoco es un tema nuevo. Hace décadas Sinaloa tiene rebasada su capacidad para la investigación de homicidios —y de otros muchos delitos—. Es una verdad de Perogrullo asegurar que un muy alto porcentaje de las carpetas de investigación relacionadas con homicidios no llegan a ser investigaciones reales,se quedan en una mera integración del expediente.Y no pasarán de ahí.

Pero no por eso resulta aceptable lo que hasta ahora ha hecho el estado. Gobernante tras gobernante, procurador tras procurador, renunciaron desde hace mucho a la facultad de investigar homicidios que por cualquier razón empírica o judicial estén relacionados con la delincuencia organizada, las mafias, o que simplemente el olfato les diga que andaban en malos pasos.

 

Margen de error

(Explicación)Ningún gobernante en Sinaloa ha buscado explicar, con alcances científicos,este nivel de homicidios en una región de 2 millones de habitantes: 21 mil asesinatos en los últimos 24 años. Cuatro gobernadores repitiendo un modelo, un esquema y una estructura burocrática de procuración de justicia e investigación policial incompetente. Pensando que será suficiente con echarle ganas.

Sería incompleto e irresponsable pensar que al final cada gobernador concluye que al tratarse de muertos y muertas que andaban en malos pasos, no importa y nadie reclamará.

 

A estas alturas, luego de medio siglo de convivencia con el narco (¿A poco hay narcos en Sinaloa?, quiso agarrar cura, habla Macías de Élmer Mendoza), con 21 mil asesinatos,con organizaciones delictivas y células criminales que abarcan no solo al tráfico de drogas sino otra docena de delitos, lo menos que podría esperarse es una explicación oficial y completa de lo que se enfrenta en Sinaloa.

Hace muchos años que a Sinaloa le urge un Centro de Estudios e Investigación Criminal —o como se llame y quiera bautizar—, donde desde la academia, la criminalística, la antropología…se aborde el tema de la violencia y su impacto social y económico.

El desdén que se muestra por el tema solo apunta a una complicidad.

 

Mirilla

(Sepultado) Perdidos en la cifra de homicidios mes a mes, año con año, acomodándose la manera de comparación para salir mejor librado, no será como gobernadores y procuradores enfrenten el tema de la seguridad.

Malova mismo se metió en esa dinámica, con un discurso donde comparaba el Sinaloa del 2010 de Aguilar Padilla —de 2mil 250 homicidios— con el Sinaloa de los años subsecuentes —1 mil 906, en 2011; 1 mil 468 en 2012; 1 mil 208 en 2013; 966 en 2014; 993 en 2015—. Pero la argumentación siempre fue débil. Llegó un punto en el que la sumatoria de homicidios en su sexenio rebasó la de cualquier otro periodo de gobierno en Sinaloa, y con ella los promedios mensuales y anuales.

Para entonces Malova, como sus antecesores, no había construido nada a largo plazo para explicar más allá de las cifras y estadísticas,una realidad de Sinaloa que termina sepultando a cada gobernador.

 

Primera cita

(Nadar entre tiburones)El tiburonario del acuario de Mazatlán es el emblema si de obras de gobierno ofensivas se trata. Pasó de todo: El plan de obra que solo debió llevar unos meses se prolongó por años; el proyecto se le encomendó a una constructora sin experiencia; resultó inmensamente más costosa que el presupuesto original; los vidrios no resistían; los tiburones no se tenían…casi lo que se ocurra de errores en una obra pública se presentaron en una sola.

El tiburonario del acuario de Mazatlán debería ser un estudio de caso en administración pública. Tanto, que hablando de gente en malos pasos, la advertencia de José Luis Sevilla sobre el tiburonario es hora que no se puede cumplir: “Y a los que se porten mal vamos a invitarlos a nadar ahí”(PUNTO)

 

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