2018, un nuevo año sin Javier Valdez

 

 

 

“No me considero una persona valiente ni un héroe, sino alguien que tiene dignidad”.

 

El golpeteo de las teclas de su computadora no suena más. Ese cuarto diminuto que servía como guarida para Javier Valdez Cárdenas, ahora es diferente. También los viernes. Las fiestas son en su ausencia, por su memoria. Algunas cosas no cambian.

Pero a Javier lo mataron y la autoridad no hace justicia. Algunas cosas no cambian.

El recuerdo del mediodía del 15 de mayo sigue. Han transcurrido poco más de siete meses. Aquel día el Fiscal General del Estado, Juan José Ríos Estavillo, fue cuestionado acerca del crimen. Se le preguntó si se trataba de un asesinato más.

“Bueno, dijo, nosotros guardamos la expectativa y el deber de que no sea así, las instituciones del estado mexicano hemos entrado en contacto particularmente por la gran repercusión que guarda cualquier asesinato por supuesto, pero particularmente este hecho con Javier que nos duele a todos”.

En las oficinas de Ríodoce, las fiestas del cierre de edición son diferentes. Y aunque el quehacer del reportero es diferente, la manera de abordar temas para el semanario no lo es. Tampoco lo es la procuración de justicia.

En su primera comparecencia ante medios de comunicación, Ríos Estavillo señaló que las coberturas sobre delincuencia organizada por parte de Javier pudo ser un móvil. También habló de los dos equipos que trabajarían en conjunto: PGR y Fiscalía.

Y a más de siete meses, ambos equipos han estado evadiendo el caso.

El Fiscal estatal terminó yendo en sentido contrario. Por las fechas en que mataron a Javier, también mataron a maestros en la sierra de Concordia; mataron a médicos en Mazatlán; también asesinaron a un abogado. Y el conteo de impunidad sigue.

El día que asesinaron a Javier fue entrevistado Ríos Estavillo. Atrás de él estaba el cuerpo inerme de Javier. En la esquina de Ramón F. Iturbe y Vicente Riva Palacio. Ninguna sombra para guarecerlo. El sol a plomo. Los casquillos, 12 en total, en el pavimento.

El tiempo pasó y el Fiscal tomó distancia en forma proporcional a la impunidad del caso. La lejanía de la justicia y la comunicación que aseguró tendría con el gremio y la sociedad, se hizo grande, avanzó.

El viernes 30 de junio, la Comisión de Seguimiento sostuvo una reunión en la Fiscalía con Juan José Ríos. Habían transcurrido entonces 45 días y pidió paciencia. Dijo que debido a las diligencias en la integración de las carpetas, los plazos para brindar información respecto a los avances del caso deberán mantenerse en apego a la ley, y en el caso de que sean ellos quienes absorban el caso, insistió en que llegado el momento se determinará qué instancia sea la investigadora.

Pero el Fiscal siguió alejándose de la rendición de cuentas. Se apegó a la secrecía del caso. Se alejó al grado de que ni al Congreso del Estado quiso acudir para informar.

La solicitud fue por parte de la misma Comisión de Seguimiento, quienes tras protestar un 15 de noviembre, acordaron una comparecencia de Ríos Estavillo pactada para el 10 de diciembre ante diputados de la LXII Legislatura.

Sin embargo ésta se redujo a un documento con argumentos legales.

Ahora, sobre la calle Vicente Riva Palacio queda un cenotafio. Y el entendimiento de por qué Javier protestó en las escalinatas de Catedral cuando asesinaron a Miroslava Breach, corresponsal de La Jornada en Chihuahua y reportera del periódico El Norte de Ciudad Juárez, Chihuahua.

“A Miroslava la mataron por lengua larga. Que nos maten a todos, si esa es la condena de muerte por reportear este infierno. No al silencio”, presagió Javier.

Han transcurrido 209 días de impunidad y en Sinaloa los homicidios dolosos siguen a la alza. Y por cada día que ha pasado se repite la pregunta que tiene una sola respuesta: Una persona se enrola en el oficio de reportear no por ser valiente ni héroe, sino por pura dignidad.

 

Artículo publicado el 7 de enero de 2018 en la edición 780 del semanario Ríodoce.

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