Agonizan marismas del sur de Sinaloa

 

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Las Cabras sufre la muerte gradual de la pesca de camarón ante contaminación ambiental, denuncian líderes pesqueros

 

La pesca ribereña del camarón en la zona de estuarios del sur de Sinaloa se acerca a su fin. Gran parte de la marisma de Las Cabras —décadas atrás una de las lagunas más productivas en la cría del camarón— se está secando y una superficie importante está invadida por una capa de lama que en esta zafra camaronera invadió la mayor parte de las áreas de captura.

Socios y directivos de cinco cooperativas que se sostenían de la explotación de esta especie pesquera concuerdan que esta  zafra camaronera que está por concluir “ha sido la pior”. Cooperativas que en zafras pasadas reportaban hasta 70 toneladas de camarón, ahora reportaron tres, cinco, y hasta menos de una tonelada, dejando crisis, deudas y más migración de pescadores nativos a la frontera norte del país.

Las causas de esta debacle en la pesca de estuarios del camarón la atribuyen a distintas causas: la  ausencia de lluvias, la falta de un canal  de interconexión que permita el libre flujo y reflujo de agua del mar a la marisma, el azolve gradual de la marisma y la alarmante contaminación que genera la granja Acuícola Aquanova, que además de que deja sin agua al embalse natural para llenar sus  120 hectáreas de estanques en producción con dos ciclos de siembra por año, arroja este volumen de agua a la marisma, convertidos en desechos tóxicos.

Pero en lo que todos coinciden y que es el común denominador de esta agonía que dejó incomunicadas y contaminadas a las marismas del Huizache-Caimanero y Las Cabras, es  el desastroso impacto ambiental, económico y social que ocasionó la construcción de la Escollera en la desembocadura del Río Baluarte.

Esta obra  que encima de lo mal diseñada quedó inconclusa —declara el presidente de la Federación de Cooperativas Ribereñas Guerreros del Sur, Francisco Figueroa Plancarte—,  se construyó para beneficiar a la actividad pesquera tradicional de esta zona y terminó siendo el factor de desorden y alteración que hoy vive el sistema lagunario.

Sin embargo, el líder pesquero de la región sostiene que detrás de todas esas causas que arropan la  muerte gradual de la pesca ribereña del camarón, está el abandono y desinterés que muestran los gobiernos federales en turno, que no  invierten y menos cuando se trata de obras  de beneficio directo al sector social de la pesca.

“Estamos muy preocupados porque el sistema lagunario está prácticamente muerto.  De más de mil toneladas de camarón de calidad y tallas de exportación que alcanzaba a producir, ahora difícilmente sobrepasa las cien”, asegura.

Francisco Figueroa  declara que el problema se agudiza con la presencia de una granja propiedad de la sociedad Cultivadores del Sur —cuyo apoderado legal es José Martín Sánchez Luque—, que para llenar sus estanques extrae agua de la marisma y una vez que cosecha el camarón, que son dos veces por año, arroja de vuelta el agua contaminada.

Dirigentes de cooperativas de Chametla, una de las comunidades que dependen tradicionalmente de esta actividad, sostienen que desde hace cuatro años, la Marisma de las Cabras empezó a morir. Y coinciden que es justo cuando la granja, que al parecer es propiedad de Cecilia Sánchez Luque, empezó a arrojar sin ningún tratamiento sus aguas contaminadas, inició el acumulamiento de algas frente a los estanques que tiene en operación.

Para los directivos,  el fenómeno se agudizó  el año pasado, cuando la empresaria por decisión personal y amparada en  supuestas influencias con el ex dirigente nacional priísta Manlio Fabio Beltrones, decide parar las obras de desazolve de un canal que vendría a resolver parcialmente  el problema, cuando  faltaban solamente 230 metros para concluir el trabajo.

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El dirigente de la Cooperativa pesquera Francisco I Madero, Jesús Barraza Pineda, asegura que el problema de contaminación que mantiene cubierta de “lama” la mayor parte de la marisma —en la parte que se localiza en el municipio de El Rosario— lo ha ocasionado la citada granja,  pues las primeras hectáreas de superficie de agua afectada por este fenómeno surgieron frente a los estanques, a unos metros del área de desagüe de los desechos tóxicos.

Desde entonces se le solicitó por parte de las cooperativas cubrir con las especificaciones ambientales, exhortándole a  construir una planta tratadora de aguas residuales que viniera a reducir los niveles de degradación del ecosistema estuario.

También se le solicitó reducir de dos a uno los ciclos de siembra y cosecha, porque al extraer el agua directamente de la marisma para alimentar sus estanques de cultivo de camarón, bajaba aún más la película de agua del embalse, provocando elevadas temperaturas y contaminación, pero ni una ni otra sugerencia atendió, señala Efraín Carrillo Páez, presidente de la Sociedad de Producción Pesquera Unidos del Baluarte.

Para Figueroa Plancarte, esta granja debería estar fuera de operación porque no está cumpliendo con la normatividad. Pero además, en las condiciones que está la marisma, azolvada, contaminada, sin flujo y reflujo de agua del mar, no se explican cómo la autoridad ambiental le ha permitido seguir produciendo camarón.

Y supone que la empresaria acuicultora está cobijada con el tráfico de influencias.

“Son políticos de alto nivel  que la protegen para seguir operando irregularmente y contaminando el sistema estuarino”.

Señala que ellos directamente han presentado la inconformidad ante la autoridad ambiental, que está muy bien informada del caso pero no hace nada.

Semarnat: Todo en regla

En los datos vertidos en la página de la Semarnat en su portal de obligaciones, que obliga a transparentar los datos técnicos de cada una de las granjas en operación en el Estado, la empresa acuícola propiedad de Cultivadores del Sur, aparece con sus manifestaciones de impacto ambiental (MIA) en regla.

El estudio más reciente que se le autorizó fue en diciembre de 2016, que corresponde a la granja que opera en Chametla. Obviamente, la dependencia aclara que cuando se autoriza algún permiso, existe el criterio de darles cierto tiempo para regularizar su situación, en el entendido que si no tienen todo en regla, lo cumplan en un tiempo razonable y determinado.

Trascendió que desde el 2013, la Semarnat y los acuicultores formalizaron un acuerdo para que toda granja en operación cumpla con la exigencia de destinar un 10 por ciento de su superficie en producción para construir una laguna de oxidación.

Esto ante la urgencia ambiental que derivó del fuerte impacto que ocasionaba la actividad en Sinaloa, pues hasta antes de esa fecha, de 700 granjas que cosechaban camarón en el Estado, apenas siete cumplían con la normatividad ambiental,  que incluye una planta para tratar aguas residuales.

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DESOLADOS Y EN RUINAS

Efraín Carrillo comenta que son cerca de 300 los pescadores de cooperativas que cada año esperaban ingresos por capturas y venta de camarón, pero son más de 6 mil pescadores los que esperan la zafra camaronera para llevar ingresos a sus hogares, ante la falta de empleos formales.

Agrega que antes, grupos de jóvenes de Chametla residentes en la frontera norte del país regresaban al inicio de la zafra para pescar camarón y cubrir cuotas que en calidad de socios les exigen las cooperativas, como requisito para entregarles su “dividendo” durante la temporada.

Ahora, este comportamiento se invirtió: los jóvenes ya no regresaron y por el contrario, familias que radicaban en el poblado se han visto obligadas, por las condiciones de marginalidad y pobreza, a emigrar ante la escasa ocupación laboral y la crisis del camarón en esteros. Esto sin  considerar los efectos inmediatos que tiene en las poblaciones aledañas afectadas por secuelas de violencia como asaltos y robos a casas habitación, que si bien  años atrás eran casos aislados en el poblado, ahora son una constante.

En los esteros, el ambiente que antes era de jauja,  ahora es muy deprimente, dice Carrillo. Los pescadores que a diario acuden a buscar el camarón para el sustento diario de sus familias relatan que el panorama de la pesca está muy mal y dan por hecho que esto ya no se levanta. Meses atrás, el gobierno federal entregó canoas a los pescadores organizados para incentivar la pesca en la laguna, pero la abundancia de lama ya no permite navegar por los canales y menos cruzar de un lado a otro como años atrás.

Esta temporada se sintió muy crítica porque no había sitios para pescar y los pescadores regresaban capturando pura lama revuelta con camarones y jaibas muertas.

La falta de flujo de aguas aumenta la temperatura y salinidad del agua y el camarón se refugia en las pocas partes profundas que quedan o mueren.

De los sitios pesqueros que tenían las cooperativas para recibir el camarón a los pescadores libres y asociados, ahora solo quedan ruinas. Las casas de concreto, piletas, pizarras y demás infraestructura que construyeron en sus tiempos de bonanza para recibir y almacenar provisionalmente el producto, son ahora el refugio de manadas de burros, vacas  y uno que otro pescador aferrado a  perpetuar la vida de una actividad que dejó de ser prioritaria en la política del estado y la federación.

Los líderes cooperativistas y el mismo Presidente de la Federación de Cooperativas Pesqueras “Guerreros del Sur”, Francisco Figueroa Plancarte, sostienen que la debacle de la pesca se inició con la alteración del  ecosistema de estuarios, provocado por la errática construcción de la escollera cercana a la zona.

La escollera alteró el flujo de las corrientes marinas de tal forma que el mar terminó “comiéndose” un franja de aproximadamente 500 metros de tierra, entre estos el sitio pesquero El Majahual.

Pero el mayor daño que ocasionó fue  haber bloqueado la boca del canal que permitía la entrada y salida de agua entre la marisma y el mar. Desde entonces, narran, empezó a venirse abajo la pesca.

Efraín Carrillo agrega que se ha planteado a la Conapesca construir un canal alterno  que alimente de agua de mar a la marisma de manera permanente. A  las autoridades del ramo y al gobierno estatal les han propuesto soluciones técnicas que van desde la instalación de “geotubos” y la construcción de un canal alterno.

Está ultima propuesta ha sido más convincente, solo que en las especificaciones técnicas de los programas de apoyo a la infraestructura pesquera no se contempla la asignación de recursos cuando se trata de indemnizar la propiedad privada para la construcción de un canal, como la solución más viable que tienen  para atajar la debacle pesquera en el municipio de Rosario.

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