Con la llegada de septiembre arribamos a un aniversario más de la fundación de Culiacán

 

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Este acontecimiento me lleva a preguntarme: ¿Cómo era la antigua Huey Coluhacan? ¿Quiénes eran y cómo vivían sus aborígenes? Algunos historiadores afirman que esta población ya existía desde el año 630 D.C., que nació de un asentamiento que tuvieron a su paso por estas tierras Los Aztecas.

El distinguido diplomático y escritor mazatleco, doctor Genaro Estrada Félix (1887-1937), creador de la doctrina Estrada, nos dejó un valioso comentario al respecto: “Cuando don Nuño Beltrán de Guzmán se dirigía a tomar posesión de Culiacán, cogió prisioneros a algunos indios, que soltó enseguida para que fueran a llamar a los señores principales del lugar, quienes dando muestras de verdadero pánico, salían al camino a encontrar al gobernador, conducidos en hamacas por sus ciervos. Les pidió Guzmán informes sobre la provincia de Culiacán y con los datos que le dieron los caciques formó una lista de doscientos pueblos que estaban subordinados a dicha provincia.

Se procedió a nombrar los alcaldes y regidores de Culiacán, y entre los españoles se designaron noventa y seis como primeros vecinos entre éstos fueron repartidas las tierras de los contornos.  Además, se escogieron los soldados de la seguridad de la vida.

El primer alcalde de Culiacán fue don Diego Fernández de Proaño, desempeñó tan mal estas funciones, por su carácter voluntarioso y despótico, que fue causa de levantamientos de los indios, a quienes había expoliado; fue sustituido por Cristóbal de Tapia.

Afirma Fray Andrés Pérez de Rivas que los primeros pobladores de San Miguel de Culiacán, fueron nobles y valerosos en la guerra, pero los pobladores indígenas primitivos se distinguían por la diversidad de su carácter y costumbres. En aquel tiempo Culiacán tenía tal cantidad de habitantes, que era la tierra más poblada que en las Indias se había visto, según unos, y la más poblada que se ha visto en el mar Océano, y la más abastada de mantenimiento de maíz, frijoles, ají y pescado, muy abundosa en algodón. En ningún coto ni vedado del señor de España he visto tanta cabeza de liebres, venados adives como esta provincia.

La indumentaria de los indios de Culiacán era muy rudimentaria, especialmente la de los hombres, pues algunos andaban semidesnudos, se cobijaban con sus mantas, no tapaban sus vergüenzas; gente bárbara  sin ninguna policía. Las mujeres eran interesadas, dotadas de singular belleza, contrastaban con el impudor abominable de los hombres, vestían unas camisas largas que le bajaban hasta los pies, llevaban debajo unas pampanillas y usaban zarcillos de plata, el oro no lo conocían, collares de turquesas y pulseras de lo mismo; los señores principales usaban también arillos de turquesas en las piernas y los brazos.

Las casas estaban fabricadas de barro con paja y algunas con solo petate. Por eso en nuestra ciudad no existían restos arqueológicos. Este tipo de construcciones obedecía al clima caluroso. Es en el Navito, donde sí hubo algunas construcciones de piedra y cantera, mas, debe asentarse que Culiacán fue fundado donde ahora existe.

Finaliza contando el doctor Estrada. “Los españoles encontraron que los indios celebraban tianguis, parecidos a los del Valle de México, acudía mucha gente para intercambiar: peces, fruta, semillas, gallinas por ropa”.

Consultando la enciclopedia México a través de los siglos, encuentro una imagen que refiere la llegada de don Nuño Beltrán de Guzmán a Huey Coluhacan para dar cumplimiento al mandato de su majestad don Carlos V, quien lo había mandado a conquistar y pacificar la provincia de Jalisco a la que identificaron como Nueva Galicia. En el dibujo a colores se aprecia a Guzmán montado en brioso corcel blanco, ricamente adornado con bridas y silla de montar de piel tejida con hilos color oro, él luce elegante indumentaria y casco de acero con plumas. Lo imagino en el cerro de La Lomita divisando hacia catedral, desde ahí aprecia la riqueza del valle agrícola y las corrientes abundantes de los ríos Humaya y Tamazula que forman el Culiacán. Al frente, anunciando su marcha triunfal, van soldados tocando tambores, trompetas, otros con banderas y estandartes, los que van a caballo portan sus armaduras, arcabuces, lanzas y ballestas. Resaltan la cruz que representa al clero y la corona al gobierno español. Completan el contingente más de una decena de clérigos, además de los indios que marchan en calidad de prisioneros.

Bernal Díaz del Castillo, considerado el historiador de la conquista de México por haber sido actor y testigo de muchos acontecimientos de ese crucial pasaje, describió a su trabajo narrativo como: Historia Verdadera. En un libro denominado: Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, afirma que Nuño Beltrán de Guzmán, junto con Pánfilo de Narváez, fueron los personajes más sanguinarios y desalmados de la conquista. Don Nuño confirmó la negrura de su fama ante los aborígenes sinaloenses. Para imponer su ley no escatimaba oportunidad para torturar, solía cortar las orejas y narices a sus prisioneros, les quemaba los pies para que confesaran y finalmente, si era necesario, los mataba. Con ese sello dejó impuesta su conquista.

Sin embargo, relata Bernal, que al enterarse su majestad Carlos V  de las fechorías de aquel malvado, ordenó fuera apresado por la Real Audiencia, institución que lo juzgó y lo mandó a prisión donde finalmente murió.

Pero hemos de recordar que don Nuño al irse de la Villa de San Miguel de Culiacán, dejó a uno que le había aprendido muy bien sus locuras, aquel que fue electo presidente, Diego Fernández de Proaño, mismo que desempeñó un papel acorde a la barbarie de Guzmán. Debido a esto surgieron alzamientos de indios. ¿Quién comandó aquellas rebeliones? La respuesta es por demás interesante y sorprendente. Eso merece comentario aparte.

leonidasalfarobedolla.com     

 

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