Secuestros, Sociedad Anónima

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Las cifras ocultas

 

 

 

Jesús, de 35 años, vive en San Pedro. Administra un negocio heredado de familia. Esa mañana, como todos los días, salió de su casa para comprar los insumos necesarios. Antes de tomar la carretera para Culiacán, en una brecha, un Jetta negro le franqueó el paso. Metió reversa, pero chocó contra otro carro colocado atrás para impedirle el escape. Del Jetta bajaron dos hombres encapuchados con armas largas. Uno le apuntó en la cabeza.

 

—¡Bájate güey, de volada, agacha la cabeza!

 

Jesús les dijo que les daba las llaves del carro, la cartera, pero que no le hicieran daño.

El otro lo jaló del cabello y con un empujón lo metió en la parte trasera del carro. Ahí estaba otro hombre, quien le puso una funda gruesa y oscura en la cabeza y lo tiró bocabajo en el piso, mientras con cinta le ataba las manos sobre la espalda.

Entonces pensó que lo habían confundido. Con la voz temblorosa les dijo que tenía un local de comida en Culiacán, que estaban equivocados de persona.

 

—No te muevas, no grites… usted tranquilo compa —le dijo el que le ataba, ahora los pies.

 

Siguió un recorrido por caminos de terracería, cinco, diez, quince minutos, media hora; vueltas a la derecha, a la izquierda. Hasta que Jesús perdió el sentido de ubicación.

El que iba al volante sintonizó en la radio música grupera. Subió el volumen y siguieron la marcha. Calles lisas, topes, terracería de nuevo, más vueltas, hasta que el vehículo se detuvo. Un ruido de motor levantaba un portón. Luego empujones hacia el interior de la casa. Percibió un olor a orines y humedad.

 

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Entonces supo que era un secuestro, cuando el del arma en la cabeza le advirtió con palabras arrebatadas: “Si cooperas no hay pedo compa. Un millón, rápido y fácil. Si ahorita lo entregan, en media hora estás en tu casa…”

Se comunicaron con el padre de Jesús. Negociaron durante tres días.

 

—Danos la lana y va de regreso enterito. Sin policía. O no lo vuelves a ver.

 

El padre de Jesús no regateó. Pidieron billetes de 200 en dos mochilas deportivas.

 

—Vete por la salida a Mochis, y en el camino te hablamos…

Otra llamada: “En el puente que vas a pasar, ahí te paras, espérate que no pasen carros y tira las mochilas pa’bajo”.

En su cautiverio, Jesús seguía con los ojos vendados y las manos y pies atados, sobre un colchón en el piso. Con la música sonando día y noche, los captores entraban al cuarto para advertirle: “El ruco le tiene más amor al dinero que a ti, no quiere pagar, se te está acabando el tiempo compa…”

Esa tarde lo metieron de vuelta al carro. Bocabajo, manos y pies adoloridos.

 

—Ya chingaste cabrón…

 

Volvieron al camino. Del pavimento y los topes, a la terracería. Corría un aire fresco cuando lo bajaron. Le dijeron que no se quitara la venda de los ojos, lo hincaron, la cabeza pegada a la tierra. Y contó despacio hasta 500, de acuerdo con las indicaciones. Cuando terminó esperó más. Hasta que solo escuchó el ruido del viento en las milpas, en medio de la noche.

Del secuestro hace ya un par de años. Pero Jesús cambió sus hábitos de vida. No utiliza un mismo carro más de seis meses. En menos de medio año lo vende y compra otro. También se cambia de ropa dos o tres veces al día. Enfrenta, dicen los sicólogos, stress postraumático que no ha podido superar.

 

Sin balance

 

El secuestro de Jesús, como de otras víctimas, no entra en las estadísticas de la Procuraduría General de Justicia (PGJE) de Sinaloa, que en 2014 contabilizó 22 plagios. Sin denuncia de por medio, las cifras muestran menos secuestros de los que se cometen.

 

Sin un recuento preciso, lo que se sabe es que los casos superan por mucho a los registrados ante las autoridades. Según los datos más recientes que arroja la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (Envipe), cada año hay alrededor de 105 mil 682 secuestros, pero solo 1 mil 317 denuncias a nivel nacional.

 

Esta falta de interés por denunciar el secuestro también se da en Sinaloa. Al dar a conocer la percepción que los sinaloenses tienen del desempeño de sus autoridades de seguridad, la Envipe señala que quienes menor confianza inspiran son las Policías de Tránsito, Municipal, Estatal y Ministerial y la Procuraduría de Justicia, en ese orden.

 

La Envipe fue realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), del 4 de marzo al 25 de abril de 2014, entre una población de 18 años y más en 95 mil 516 viviendas de Sinaloa.

 

Lo que la encuesta deja al descubierto, señala el Centro de Análisis de Políticas Públicas México Evalúa, es que en materia de secuestros “no se trata de una falsa alarma” y que verdaderamente “estamos frente a una crisis de seguridad”.

 

Y advierte que “el problema es real y es grave”, ya que “una política de seguridad claramente no es exitosa si ocurre un secuestro cada cinco minutos”.

 

En ascenso

 

Aun así, datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP) advierten del incremento del secuestro en Sinaloa.

 

Durante el sexenio anterior, el número de plagios no pasaron de 18 por año, pero se incrementaron a más de 30 a partir del 2011, primer año del sexenio actual.

 

Durante el periodo de Juan Millán Lizárraga (1994-2004), se contabilizaron 126 secuestros, en la administración de Jesús Aguilar Padilla (2005-2010) bajaron a 77, y en los cuatro años de gobierno de Mario López Valdez (2011-2014) se han acumulado de 121 plagios.

 

Estadísticas del SNSP revelan que en 2011 hubo 33 secuestros en el estado y 32 en el 2012, lo que ubicó a Sinaloa en el lugar 12 con la mayor tasa de secuestros por cada 100 mil habitantes.

 

Para octubre de 2013, Sinaloa escaló seis posiciones para ubicarse como la sexta entidad con mayor incidencia, con 34 plagios, luego de Morelos, Tamaulipas, Michoacán, Tabasco y Guerrero. El año pasado la cifra bajó a 22.

 

El documento El secuestro en México, de la organización Seguridad, Justicia y Paz, ubica a Sinaloa en la posición 12 respecto a las entidades con mayor incidencia de secuestros entre 1995 y 2009, con 325 plagios. Y ocupa el lugar nueve con más secuestrados asesinados (35) de 1971 a 2009.

 

Otro reporte sobre delitos de alto impacto, esta vez del Observatorio Nacional Ciudadano  Seguridad, Justicia y Legalidad, destaca que “el secuestro continúa presentando cifras preocupantes a nivel nacional, pues diariamente se denuncian 4 casos, cuando en 2007 se reportaba uno diario”.

 

El estudio del Observatorio manifiesta que “la ‘inflexión’ en los datos no es de una magnitud suficiente para advertir una tendencia a la baja en el secuestro a nivel nacional”.

 

Cifra Negra

 

La Envipe indica que en 2013, la cuarta parte de los sinaloenses mayores de 18 años fueron víctimas de algún delito. Y que más de la mitad (el 52.5 por ciento) considera a la inseguridad como el problema más importante que les aqueja.

 

También revela que se cometieron en Sinaloa un total de 603 mil 192 delitos, de los cuales 556 mil 182 no se denunciaron o no cuentan con averiguación previa ante las autoridades: una cifra negra de 92.2 por ciento.

 

Los sinaloenses no denunciaron por causas atribuibles a la autoridad, como “miedo a que lo extorsionaran”, “pérdida de tiempo”, “trámites largos y difíciles”, “desconfianza en la autoridad” y “actitud hostil de la autoridad”. O bien, por “miedo al agresor”, por considerarlo “delito de poca importancia”, porque “no tenía pruebas” y “otras”.

 

Al respecto, el Consejo para la Ley y los Derechos Humanos, A.C., organismo no gubernamental que asiste a víctimas de secuestro, documenta que en el 75 por ciento de los plagios hay participación directa de policías federales. Por eso es que “las víctimas prefieren no denunciar, situación que genera impunidad para los secuestradores y permite su libre operación”.

 

El estudio del Inegi demuestra que del total de delitos cometidos en Sinaloa se inició averiguación previa sólo en el 7.8 por ciento de los casos. Y que de todas las denuncias que derivaron en una investigación, en el 53.2 por ciento no sucedió nada o no se resolvió.

 

De alto impacto

 

El estudio “8 Delitos Primero, Índice Delictivo”, realizado por el Centro de Investigación para el Desarrollo, A.C. (CIDAC), concluye que de un total de 33 delitos del fuero común, solamente ocho impactan de forma negativa la percepción de seguridad de los individuos. Y es el secuestro el de más alto impacto.

 

Sin embargo, indica que “todos los delitos que se denuncian, desde los más insignificantes hasta los más graves, son procesados por el Ministerio Público de la misma manera. Y robar un refresco en una tienda no es igual a secuestrar a una persona”.

 

Es por eso que en vez de inteligencia criminal, agrega, lo que se observa es un trámite burocrático, que no logra articular la evidencia suficiente para probar la culpabilidad de un delincuente frente a un juez. Esto, sin mencionar la posibilidad de que una o todas las autoridades involucradas se coludan o, simplemente, resulten incompetentes.

 

Víctima por víctima

 

En su estudio La violencia en los municipios y en las entidades federativas de México (2014), el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal reporta la incidencia de secuestro en los 223 municipios de más de 100 mil habitantes en el país. En él, Ahome ocupa el lugar 45 con siete secuestros, Mazatlán se ubica en el sitio 56 con 6 secuestros, y Culiacán en el 114, con 4 plagios.

 

El estudio suma los puntajes parciales de los principales delitos (Homicidio, Secuestro, Violación, Lesiones, Robo con Violencia y Extorsión) y señala el total del índice de violencia por entidad federativa en 2014. En este esquema, Sinaloa es la cuarta entidad más violenta del país.

 

Sin garantía

 

El pasado 13 de marzo se inauguró en Culiacán la Unidad Especializada Contra el Secuestro (UECS), con el fin, se dijo, “de reducir este delito a su mínima expresión”. Ahí, los representantes de organismos civiles calificaron al secuestro como “el más lacerante de los delitos”.

 

Un mes después, el 25 de abril, luego del asesinato del empresario secuestrado Ernesto Valdez Solano durante un rescate fallido de las autoridades policiacas, el gobernador Mario López Valdez diría que no puede garantizar que no haya secuestros en Sinaloa, pero sí que a los responsables “le echarán el guante”.

 

Empresarios sinaloenses exigieron que las autoridades “cumplan con su trabajo porque para eso están”.

 

 

Recuadritos

 

Desaparición forzada

La desaparición forzada es “el arresto, la detención, el secuestro o cualquier otra forma de privación de libertad” que sean obra del estado o de personas que actúen con su autorización, según la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

 

Secuestro

De acuerdo con la legislación vigente en la mayoría de los estados, un secuestro puede definirse como una privación de la libertad con el propósito de: 1) obtener un beneficio económico o cualquier otra prestación; 2) que la autoridad, el secuestrado u otra persona realice o deje de realizar un acto; y 3) causar un daño o perjuicio a la víctima o a otra persona. Por otra parte, son pocos los estados que clasifican por separado el delito de secuestro exprés e incluso no existe consenso entre ellos sobre cuáles son las características que los diferencian.

 

Cifra Negra

Se refiere a la brecha entre los delitos ocurridos y los delitos para los que se inició una averiguación previa.

Secuestros en Sinaloa

Periodo 1999-2014

 

Año Número de ecuestros
1999 38
2000 30
2001 25
2002 12
2003 14
2004 7
126
2005 6
2006 9
2007 15
2008 12
2009 18
2010 17
77
2011 33
2012

32

2013 34
2014 22
121

Tabla: Elaboración propia con información del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) de la Secretaría de Gobernación y organización civil Seguridad, Justicia y Paz.

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