Perlas de pepe

 

superman

 

Nació en 1932 con la idea obsesiva de proteger al mundo contra el mal. Venía de un planeta en problemas llamado Kriptón, de modo, pues, que era un inmigrante más en Estados Unidos y había birlado a las autoridades tanto migratorias como sanitarias introduciéndose clandestinamente al país en una nave espacial.

Hijo de Jor-El y de Lara Lor-Van, fallecidos en la explosión de su planeta natal, y adoptado en la tierra por Jonathan Kent y Martha Kent, fue creado por el escritor Jerry Siegel y el dibujante Joe Shuster, que en 1938 vendieron a su criatura por la irrisoria suma de ciento treinta dólares, sin imaginar que el primer cómic con su personaje en plan estelar alcanzaría un precio de dos millones de dólares en una subasta. Por cierto, el propietario del ejemplar era Nicolas Cage, actor que ha rechazado ofertas para interpretar al kriptoniano en la pantalla grande, por motivos que tienen qué ver con una leyenda de la que platicaremos al rato. No coma ansias.

La radio sería la siguiente escala del ilegal adoptado por el matrimonio Kent: ¡Más rápido que una bala! ¡Más poderoso que una locomotora! ¡Capaz de pasar edificios en un solo salto! (“¡Arriba en el cielo! ¡Es un ave! ¡Es un avión! ¡Es Superman!”)… Sí, es Superman… extraño visitante de otro planeta, quien vino a la Tierra con poderes y habilidades mayores a las de cualquier mortal! Superman… quien puede cambiar el curso de poderosos ríos, doblar metal con sus manos, y quien, disfrazado como Clark Kent, tranquilo reportero de un gran periódico citadino, lucha una interminable batalla por la verdad, la justicia y el estilo americano! Decía la entrada promocional del programa. El superhéroe mexicano más popular, después del Santo, El enmascarado de plata, parodiaría esa introducción: “Más ágil que una tortuga, más fuerte que un ratón, más noble que una lechuga, su escudo es un corazón”.

La voz de Bud Collyer, locutor de la radio que brincó hasta los dibujos animados, fue la primera conocida de ese ser que entre otras maravillas podía volar, ver una hormiga a varios pies de altura, ver tras las paredes lo que ocurre en una alcoba, enfriar con su superaliento un six en segundos, escuchar cualquier mitote con su superoído. Eran los inicios de la década de los cuarenta y era más sencillo dibujar sus hazañas que reproducirlas con actores reales. Se dice que Bud Collyer, que siguió siendo la voz del superhéroe que impuso la moda de los calzones arriba de los pantalones hasta los años sesentas, es la primera víctima de la denominada “Maldición de Superman”, pues fallece víctima de leves problemas circulatorios en 1969, a los 61 años.

 

Texto editado del libro Mira esa gente sola, capítulo “Un ruco de 80 años llamado Superman”.

 

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