Del origen del Coyote y otras zarandajas

 
Clemencio y Espectación decidieron dar cumplimiento a un viejo deseo: acampar en lo más alto del Cerro de la Chiva. Aquel sábado, desde muy temprano, un amigo de ambos los llevó en su camioneta hasta el pie de la parte norte del  famoso cerro. Por unos instantes se quedaron contemplando la vereda que los llevaría hacia la cúspide. Como si estuvieran entrenados para ello, al mismo tiempo levantaron sus mochilas, se las acomodaron en sus espaldas, y empezaron el ascenso. Llevaban una tienda de campaña, dos mantas, un machete, navajas, latería, dos botellas con agua y un pequeño botiquín. Todo aquello no pesaba más de veinte kilos, o sea, diez para cada uno. Sin embargo, a la hora de camino empezaron a resentirlos. Las veredas se cortaban, y en partes eran escarpados resbalosos de piedras y lajas sueltas; otros obstáculos eran las ramas que debían cortar con el machete para seguir. Al llegar a una planicie, se asombraron al ver una nostálgica imagen: un labriego arriando una manada de chivos. Más adelante se cruzaron con iguanas, güicos, una víbora que no identificaron por lo rápido que pasó frente a ellos, a lo lejos un par de conejos y algunos pájaros. Descansaban cada hora, y al reiniciar, lo primero que miraban era el reto de la montaña empinada.
Cinco horas con 40 minutos después llegaron a la cima, y aunque cansados, ambos sonrieron. Clemencio, al ver el paisaje, experimentó el asombro de Hernán Cortés cuando miró por primera vez el paraíso veracruzano; el inmenso valle culichi lo dejó alucinado por unos instantes, aquel cuadro de verdes, soleado y diáfano permitía ver las olas de la playa de El Tambor, y al girar, se topó con la intensa vegetación entre la que logró destacar los espejos de las presas Adolfo López Mateos y Sanalona, y al final, la mancha urbana de la ciudad que asombra por sus edificios y desarrollo.
La enorme cruz de acero, la misma que se divisa desde la carretera, está fuertemente sostenida de su base con un bloque de concreto, un cristo en solera la adorna, está con vista de oriente a poniente, pintada de blanco. Comentaron sobre las dificultades que han de haber sufrido los que hicieron la hazaña de llevarla hasta allí, y colocarla en la punta de la montaña más famosa cuyo nombre se liga al mote del que la mandó colocar: el Roba Chivas. También encontraron un San Judas Tadeo de tamaño normal, y no podía faltar un pequeño busto de Jesús Malverde.
cerro de la chiva
Los aventureros estuvieron admirando el paisaje, luego instalaron la tienda, descansaron y cuando la tarde anunciaba el ocaso hicieron una fogata y prepararon café, se dispusieron a disfrutarlo con unas galletas de chocolate y cajeta; contemplaban el valle y el tráfico sobre la carretera internacional, cuando de pronto, la quietud de aquel momento fue interrumpida por un aullido. Miraron para todos lados, nada.
¿Qué fue eso? No te preocupes Clemen, es un coyote. Con la fogata no se atreverá a arrimarse. Pero de todos modos, ten listo el machete, yo me buscaré un palo. Espectación se fue hacia el monte y en breve regresó con un garrote, lo dejó a un lado y tomó su vaso de café y una galleta. Especta, ¿tú conoces bien a los coyotes? A los de dos y cuatro patas. ¿Sí?, ¿cuáles son los de dos? Los que dejaron en la ruina a mí padre y mis tíos.
Los sembradíos de este valle que tenemos enfrente, Clemen, me recuerdan los tiempos en que mi padre y yo tuvimos tierras de siembra. Sembrábamos maíz, frijol, ajonjolí. Hubo un tiempo en que los gobiernos nos ayudaron, teníamos apoyos con créditos del Banco Ejidal, del Banco Agrícola y del Banco Agropecuario. Pero desde el año de 1970 para acá, los gobiernos, sobre todo el que parte de Los Pinos, fueron desarrollando estrategias que poco a poco nos restringieron las posibilidades de progreso. Los agricultores de origen campesino fuimos traicionados, porque tanto las tierras como la política de apoyos fueron productos de la Revolución, por eso mis ancestros sembraban con amor la tierra, era producto de aquella gesta. Pero las instituciones se fueron llenando de traidores, gentes sin escrúpulos ni valores, que poco a poco  nos quitaron toda posibilidad de subsistencia, al grado que muchos campesinos tuvieron que convertirse en “renta parcelas”, y otros, de plano tuvieron que vender sus tierras a causa de los endeudamientos.
¿Y por qué no protestaron?, preguntó Clemencio para luego echarse el último trago de café ¿Cómo te atreves a preguntar eso, Clemen? ¿Nunca has visto las recurrentes marchas de agricultores?… Sí, Especta, siempre están pidiendo que les paguen más por tonelada de maíz. ¡Vaya! Menos mal que lo sabes, esa situación es la que provoca el Coyote de dos patas. ¿Y cómo le hace? O Más bien, ¿cómo permiten los cientos de agricultores que un solo güey se los lleve al baile? No, no es un solo güey, es un grupo bien organizado, amafiado con algunos funcionarios de instituciones que supuestamente nos deben defender, expresó Espectación, con un nudo en la garganta. Su rostro estaba rojo por la ira. No lo puedo creer… Pues así es, Clemen. Siempre estuvimos batallando, hasta que nos convertimos en unos limosneros, porque el tiro de gracia nos lo dio la Financiera Rural, una empresa rapaz y explotadora a la que mi padre no pudo pagarle. Le quitaron todo, hasta la casa. Se tuvo que ir de bracero, junto con mis tíos. Y nosotros, los plebes, debimos trabajar limpiando vidrios y robar lo que se pudiera para comer. Miro esos campos y me acuerdo, se me retuercen las tripas del coraje. El Coyote nos mandaba a su representante. Mi padre lo recibía con recelo.
Don Pedro, el Patrón le manda saludes. Aquí tiene el anticipo pa la siembra, firme aquí. Oye, pero con ese precio por tonelada, no la vamos hacer. Eso aléguelo con el Patrón. Yo, nomás recibo órdenes. Así empezó la debacle.
El sol dejó un cielo rojo, entre unas nubes oscuras escapaban rayos que iluminaban el paisaje, a una fila de seis palomas blancas se las tragó una impresionante reverberación escarlata. Pronto la noche sin luna dejó ver las estrellas, la impresionante bóveda del infinito mostró El Camino de Santiago. Mira Clemen, allá vive el Todopoderoso. Les rezaré a San Judas y Malverde, les pediré intercedan ante él, dijo Espectación encaminando sus pasos hacia la base de la cruz. ¿Qué les pedirás? Qué nos mande al Diablo. ¿Y para qué al Diablo? Para que se lleve al Patrón y corruptos que lo acompañan. Esto debe cambiar, ya es tiempo ¿no?
leonidasalfarobedolla.com
 
 

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