Con amor a Pepe Franco

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Presentan Las Memorias desparpajadas de Roque Latripa
Nelda Ortega 
Hilarante, la obra de José Luis Franco Rodríguez, Las Memorias Desparpajadas de Roque La Tripa, fue el pretexto para reunir a los amigos en torno a una presentación que se tornó íntima y emotiva.
El Pepe Franco, como le dicen sus amigos, sus alumnos, los cómplices y aquellos que aún no tienen la suerte de conocerlo en persona, fue el centro de anécdotas, un poema en voz de la cantante Elisa Pérez Meza y la oración de una niña que elevó ante el micrófono por su pronta recuperación.
El tropiezo de salud, como lo dijo el politólogo Ernesto Hernández Norzagaray, del que seguramente saldrá avante, es uno de esos tropiezos que de vez en cuando recuerdan la fragilidad del cuerpo y de la vida, lo efímero del tiempo.
Ernesto Hernández moderó al periodista y escritor Javier Valdez, de Ríodoce, y a su colega Mario Martini de la revista Paralelo 23, en la presentación de esas memorias que retrataron al Pepe Franco sabio, pionero de la actividad cultural mazatleca, y al nostálgico y divertido que todos conocen y disfrutan.
En el homenaje, arrullado por el viento marismeño, Javier Valdez recordó como al compás del ir y venir de bebidas ámbar, que accidentalmente fueron a dar en la mesa de aquél extraño lugar desconocido para ambos, llamado cantina, comentaron el contenido del libro.
Javier Valdez se reencontró con la novela divertida que celebró en cada línea, con personajes expuestos, desnudos hasta dejar ver la propia infancia del escritor.
“Los recuerdos suelen contarnos mentiras”, citó el periodista al cantante Joan Manuel Serrat, para destacar en el trabajo de Pepe Franco la habilidad de proyectar esa pelea que mantiene con su memoria y reflejarla en el texto que atrapa.
Enganchado, se encontró imágenes, películas y la voz del escritor leyendo al oído los relatos, no sólo de  Las Memorias Desparpajadas de Roque La Tripa, sino en todas sus publicaciones.
“Uno siente a Pepe muy personal, muy íntimo, dispara directo al corazón y leerlo nos lleva a concluir que Pepe escribe como un acto de amor”, dijo.
La personalidad huraña e irreverente del profe Pepe Franco, como le dicen sus ex alumnos, contrasta, desde el punto de vista de Javier Valdez, con la delicadeza de sus textos.
Es un hombre culto, que en cada texto da cátedra de física, química, historia, cine, música, biología y de mujeres; es un cronista que logra contenidos poderosos en tiempos que escasea éste género en los medios locales.

José Luis Franco. El escritor y sus luchas.
José Luis Franco. El escritor y sus luchas.

José Luis Franco no está ausente, como tampoco lo estuvo el escritor Juan Villoro, en el evento que organizaron sus amigos José Manuel Villanueva, Mario Martini, Luis Alonso Enamorado y Pablo Arturo Martínez Corpus. Este último donó una litografía de la serie Músicos de El LimónLa Tambora, símbolo de la identidad sinaloense.
Hasta el patio del Museo de Arte la esencia de Pepe Franco imperó, como lo hizo en cada línea del texto que hizo llegar Juan Villoro, quien lamentó no estar físicamente apoyando a su amigo:
Daría lo que fuera por estar junto al oleaje de Mazatlán disfrutando de tu lucidez y tu compañía;  hace un año presentamos tus crónicas ante un nutrido público, tus muchos amigos y lectores nos acompañaron en esa noche inolvidable, comprendí lo que ya intuía; tus textos han sabido dar en el blanco, tus crónicas y tus ficciones demuestran que la realidad existe para ser contada, espero que la flama de escribir perdure mucho tiempo en tu ánimo y que nos alumbre a modo de un faro en la oscuridad del mar”.
Padre del texto urbano
Para Mario Martini, la aportación cultural de José Luis Franco no es un asunto menor, ya que seguramente seguirá contribuyendo a que ésta se fortalezca.
José Luis Franco tiene textos bien acabados, bien escritos a quien el mejor homenaje que puede hacérsele es seguir leyéndolo, dijo.
“Le falta mucho a José Luis por escribir, creo que está en el mejor momento, después de leer sus textos en Ríodoce, creo que está en el mejor momento de hacer una obra mayor y de todos nosotros depende que lo pueda lograr”, expuso.
Agregó: “José Luis vale la pena como escritor, como talento, la aportación que le ha hecho a Mazatlán, no ha sido menor; podríamos decir que es el padre del texto urbano de Mazatlán, el que recupera la leyenda urbana y la va convirtiendo en texto”, citó.
Mario Martini dio cuenta de cómo a finales del siglo XX se reúne con amigos y empieza a hurgar en la actividad cultural, siendo su perfil profesional el de licenciado en administración de empresas.
Es a través de Alfredo Franco, que Mario Martini conoce a José Luis, el hermano medio loco que le daba por escribir, y es así que, con reservas, tienen el primer encuentro.
Bajo el influjo de la revista Proceso, citó, se lanzaron a la aventura de publicar Paralelo 23, en la que José Luis Franco figura como director de la sección de Arte y Cultura y con ello logra traer a Mazatlán a autores como Jaime Sabines.
Martini relata que “fueron varios entres, por el gusto de las obras de Mario Vargas Llosa, autor no muy del agrado de Mario Martini, pero sí de José Luis Franco. Con todo y eso, Pepe Franco se integró muy bien en la revista y empezó a encabezar el movimiento de los jóvenes intelectuales de la época ochentera”.
Al paso del tiempo Mario Martini y José Luis Franco se hicieron muy buenos amigos, y compartieron las tertulias en pos del fomento cultural y la creación de la Casa de la Cultura en Mazatlán.
El tesón por la apertura de espacios por parte de Pepe Franco tuvo frutos. Trajo consigo una corriente paralela para las exposiciones pictóricas, y entre los visitantes al puerto estuvo el pintor José Luis Cuevas, dando más fuerza a los locales como Carlos Bueno, Vinicio Coppel, Antonio López Sáenz y Roberto Pérez Rubio. Y aquellas peleas de intelecto y años de esfuerzos le trajo como resultado la Feria del Libro.
“José Luis es irreverente y no es  monedita de oro, agregó Mario Martini, pero sus textos llegan donde tienen que llegar. Las Memorias Desparpajadas de Roque La Tripa tiene mucho de autobiográfico, es un espejo de lo que él es, cuenta muchas historias de él, habla de su familia, habla de sus hermanos, de sus padres”.
Continuó: “Es Roque Franco, o José Luis La Tripa, como se quiera ver, porque es asertivo en sus textos. Puso en el centro de la discusión la recuperación del Teatro Ángela Peralta cuando muchos se oponían, y lo hizo con su libro Quien habita en el Ángela Peralta.
“Son 18 textos en Las Memorias que dedica a sus hijos, quienes viven en Venezuela, situación que probablemente influyó en el deterioro de su salud”, comentó.
Las anécdotas compartidas, los viajes, los proyectos editoriales entre ambos, alimentaron entre los asistentes los recuerdos del amigo que, entusiasta, recién se reincorporó a la revista que fue la primera en publicar sus trabajos: Paralelo 23.
Voz en el aire
Flotó la voz de la cantante Elisa Pérez Meza, amiga entrañable de Pepe, para reclamarle a la brisa marina la sal del mar en los labios.
Y entonces, pareció que la respiración de los asistentes se detuvo por un instante, la piel se erizó al escuchar cada verso, tal vez porque la memoria llevó de la mano a cada uno a recordar los momentos compartidos al lado del escritor.
Y tal vez, porque de manera silenciosa, todos hubieran querido que Pepe Franco estuviera sentado físicamente en primera fila, disfrutando a los amigos y los versos que seguramente lo trasladarían a otro lugar y a otro momento de su vida.
QUIEN ME COMPRA UNA NARANJA
¿Quién me compra una naranja
para mi consolación?
Una naranja madura
en forma de corazón.
La sal del mar en los labios
¡ay de mí!
la sal del mar en las venas
y en los labios recogí.
Nadie me diera los suyos
para besar.
La blanda espiga de un beso
yo no la puedo segar.
Nadie pidiera mi sangre
para beber.
Yo mismo no sé si corre
o si deja de correr.
Como se pierden las barcas
¡ay de mí!
como se pierden las nubes
y las barcas, me perdí.
Y pues nadie me lo pide,
ya no tengo corazón.
¿Quién me compra una naranja
para mi consolación?
 
José Gorostiza

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