Somos Mari Pepa

 

Maripepa 3 

Lo que comenzó como Mari Pepa (2011), dirigido por Samuel Kishi Leopo, ganador del Ariel a Mejor Cortometraje Mexicano el 2012, terminó como Somos Mari Pepa (México/2013), también del realizador de Jalisco, entretenida cinta ambientada en Guadalajara que la semana antepasada se estrenó a nivel nacional, después de dos años de haber estado en competencia en el Festival Internacional de Cine de Morelia.

Alex (Alejandro Gallardo) y sus amigos Bolter (Arnold Ramírez), Moy (Moisés Galindo) y Rafa (Rafael Andrade), integrantes del grupo de punk rock Mari Pepa (por mariguana y el órgano sexual femenino), sólo tienen que ensayar para una guerra de bandas y jugar al fútbol, en las vacaciones.

Los chavos se preparan por horas, entusiasmados por la presentación, pero con el paso de los días diversas situaciones los llevan a perder el interés en las prácticas: uno se pone de novio con una chica que prefiere escuchar One Direction; otro comienza a trabajar en una nevería; y uno más, cada que pasa por él, se va de fiesta con su familiar al que le gusta la música de banda.

Alex –—el más comprometido de todos, quien también tiene que lidiar con su abuela, que se sale del departamento y no sabe cómo regresar–— no se da por vencido, pero después de que le roban su guitarra empieza a llevarse con otro compañero que lo invita a unas fiestas muy buenas, y en donde puede conocer a chavas “jaladoras”.

El día de la presentación está cada vez más cerca, pero el trabajo, las novias, las fiestas, la muerte de un familiar y un cambio de residencia harán el camino más complicado, aunque al final exista la posibilidad de volver a tocar juntos.

Llama la atención que desde la cotidianidad, en donde aparentemente no pasa nada más que ensayar para una “tocada”, la cinta aborda una disfuncionalidad, por la que, inevitablemente, se termina conmovido.

Cuando no debe haber tantas responsabilidades, el preparatoriano de Alex se hace cargo de su abuela —porque no es al revés—, una señora con demencia senil (que expresa bastante sin decir una sola palabra), que sólo teje y escucha boleros a todo volumen (compuestos para la película por Kenji Kishi, hermano del director), de lo que el chico (sin mencionar nada) se enoja porque no puede oír su guitarra. Otro de los chavos tiene que buscar trabajo, cuando su papá no lo hace y se la lleva escuchando el fútbol y bebiendo afuera de su casa. Es evidente el riesgo que corre uno más de ellos con ese familiar que lo induce a un ambiente de vicios, cuando los integrantes de Mari Pepa son groseros, pero “sanos”.

Sin ser actores profesionales, los chavos sostienen el filme sin ningún problema: es notoria la relación que tienen fuera de pantalla (son amigos y realmente tienen una banda), por eso y por las grabaciones que ellos mismo hacen con esa inquieta cámara, pareciera que se está ante un documental.

Hasta cierto punto autobiográfica, carta de amor a la banda, homenaje a la abuela del director, con un final al nivel de los grandes, como The Beatles e imágenes que aluden al corto del que surge, Somos Mari Pepa —coeditada por el culichi Carlos Espinoza junto a Yordi Capó, Selección Oficial Generation 2014 Berlinale, y ganadora del Premio de la prensa en el Festival Internacional de cine de Guanajuato 2013— es de ese cine mexicano honesto, bien hecho y disfrutable, que no debe perderse… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

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