Hombre de familia

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Sólo necesita escritorio, silla, teléfono y su trasero, para su trabajo por comisión, que realiza los siete días de la semana, en largas jornadas. Dane Jensen (Gerard Butler) es un “cazador de cabezas”, que vende el sueño americano: su labor es conseguir al mejor y más capacitado y emplearlo en la compañía que ofrezca más por él.

En las mañanas, apenas y le queda tiempo para tomarse su café con energéticos y platicar un rato con su familia, por lo que su esposa Elise (Gretchen Mol) le reclama que pase más tiempo con ella y sus hijos, pero el trabajo es mucho y se hace más con Ed Blackridge (Willem Dafoe), un jefe al que sólo le interesan los negocios y hacer dinero, sin importar la raza, profesión, ni la posición económica de con quien trate.

Ed ya no quiere estar a cargo de su empresa, sino dedicarse a buscar su paz interior. Su idea es pasar una larga temporada en Praga y de manera paulatina ceder el control a uno de sus dos mejores trabajadores: Dane y la guapa y en apariencia incapaz Lynn (Alison Brie), quienes competirán por quedarse con el puesto, que sólo será para quien demuestre mayor capacidad al incrementar los ingresos.

A la vez que Dane se entera que puede ser el del rango más alto en la empresa, un médico les explica a él y a su esposa las razones por las cuales, desde las últimas semanas, su hijo Ryan (Max Jenkins) tiene el estómago hinchado, está siempre agotado y con pequeñas heridas en su cuerpo. A partir de ahí, el incansable hombre de negocios tendrá que poner en una balanza lo que le es más importante: si ganarle la batalla a su compañera por una mejor posición, o vencer al cáncer para salvar la vida de su hijo.

El objetivo Hombre de familia (A Family Man/EU/2016), dirigida por Mark Williams, es único y evidente desde el título: resaltar, preponderar —quizás reivindicar— la figura del padre, a través de un tipo que trabaja desde muy temprano hasta muy tarde los siete días la semana para sacar a su familia adelante y, además de llegar casando a la casa, atender a los hijos y cumplir con la esposa. No importa si en un momento Dane no la hace en su empleo y ni con los suyos, cuando su compañera resulta más capaz y los reclamos de parte de su esposa por estar más tiempo en el hogar son constantes, al final, demostrará, como todo hombre, que antes de nada está el honor.

A pesar de que el elenco lo conforman histriones de quienes no se duda de su capacidad para interpretar, en esta ocasión prefirieron relajarse y entregar actuaciones en las que ninguno destaca: tanto Gerard Butler, Willem Dafoe, como Alfred Molina cumplieron, pero no dieron de más, y terminaron opacados por un Max Jenkins que sí desarrolló un mejor papel como un niño al borde de la muerte a quien le encanta quedarse dibujando hasta tarde, sólo para escuchar cuando su papá llega a la casa y, con suerte, entre a su cuarto a saludarlo.

Si bien se disfrutan mucho las escenas en las que Dane convive con su hijo, el problema de la cinta es que, desde su título, dice mucho de lo que ofrece y lo cumple: es una trama a la que no hay que pensarle mucho para saber su resultado. Vaya a verla… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

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