Cuando gozaba de fama, dinero y salía con las chicas más guapas, Diego (Vadhir Derbez) no volteaba a ver a su empleada Vivi (Ximena Ayala) ni cuando le daba indicaciones, mucho menos se sabía su nombre, pero recién salido de la cárcel y sin un peso en la bolsa, el chico sí accede a que ella le pague la cuenta del bar, y aunque todavía no la identifica muy bien, eso no será impedimento para que comiencen a salir.
Como Vivi siempre ha estado enamorada de Diego, no le será complicado tratar de complacerlo en todo, por lo que serán frecuentes las invitaciones a comer en casa, salir al cine, hacer ejercicio en el parque y escucharlo para que se desahogue de esa mala racha que no lo deja.
En una de esas pláticas, la chava le muestra a su ex jefe su portafolio de diseños de ropa, y éste le sugiere ciertos cambios. Los amigos se darán cuenta que hacen buena mancuerna para el trabajo, así que se dedicarán a crear vestidos y revolucionarán el mundo de la moda.
Todo parece que va muy bien: Vivi ya no esconde sus sentimientos hacia Diego, y a éste tampoco le es indiferente ella, el problema es cuando la fama y el dinero aparezcan de nuevo y él se distraiga en situaciones que pongan en riesgo la relación que tiene con, la ahora exitosa diseñadora: el chico tendrá que hacer una buena labor de convencimiento.
Desde Perfume de violetas (2001) Ximena Ayala demostró que la actuación es lo de ella y es, precisamente, su interpretación uno de los aspectos que salvan a El tamaño sí importa (México/2016), dirigida por Rafa Lara. Tampoco se trata de que haya logrado algo extraordinario, pero es lo más honesto y natural que entrega el filme.
A pesar de su gran esfuerzo, no se puede decir lo mismo del trabajo de Vadhir Derbez, quien ni borracho, triste, alegre, galán, o de jefe convence. Para colmo el actor y cantante desafortunadamente luce igual a su papá, no sólo en el poco o mucho parecido físico que pueda tener con Eugenio Derbez, quien hace un cameo en la película, sino porque le heredó algunos gestos y hasta recursos para hacer reír.
Lo otro rescatable de la cinta son esas cortas apariciones de Jesús Ochoa y Laura De Ita como esa pareja que vive en el mismo edificio del personaje de Ayala, quienes son muy asiduos y creativos para las relaciones sexuales.
El filme abusa en caer en lugares comunes, de ahí que es exageradamente predecible: la típica tímida que se cree fea, que se enamora del apuesto jefe y está segura que jamás le hará caso, pero un golpe de suerte provoca que la voltee a ver; el rico que de la noche a la mañana se queda sin dinero y tiene que aprender a vivir como pobre; la mala juagada del novio y compañero de trabajo a quien lo sacó de la mala racha; el regreso de la chica al seno familiar cuando se ve derrotada y necesita de los consejos del padre; y un largo etcétera que restan credibilidad a la cinta y la vuelven poco atractiva.
A pesar de todo, El tamaño sí importa se arriesga y entrega un final interesante, en el que se puede ver a una Vivi empoderada, libre, quien lejos de aferrarse a la dependencia, aprende a valorase y valerse por sí misma. Vaya a verla… bajo su propia responsabilidad, como siempre.