El bulto

 

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Los de la manifestación pacífica gritaban: “¡El pueblo, unido, jamás será vencido!”. Exigían la libertad de presos políticos, rechazaban una reforma educativa y pedían la salida de la junta de gobierno de la UNAM. Del otro lado, Lauro (Gabriel Retes), un fotógrafo del Excélsior, buscaba las mejores imágenes de la marcha. Su interés se incrementó cuando un grupo de hombres con palos en las manos intentaba detenerlos a golpes y balazos. Era 1971 y el grupo Los Halcones estaba para eso: reprenderlos, reprimirlos y eliminarlos. Entre los tirados en el suelo, luego de la trifulca, quedó el reportero gráfico.

Después de 20 años, Lauro seguía con los ojos cerrados, vivo, pero en coma, sujeto a los cuidados de sus familiares y conocidos. De repente despierta y no reconoce nada ni a nadie: no sabe del tiempo que trascurrió, se perdió el crecimiento de sus hijos y se evitó los celos cuando su esposa lo cambió por otro. En las calles ya no hay inconformes. Los revoltosos de pelo largo que protestaban, pedían y reclamaban, ahora están sentados detrás de los escritorios, ocupando los puestos de aquellos a quienes criticaban.

Es 1991, y nada es como hace 20 años. Eso lo saben todos, pero no Lauro. Para él cada vez es más difícil suprimir ese lapso, asimilar lo que la vida le ofrece ahora —walkmans, videojuegos, tecnología, otro género musical, una novia, una manera diferente de trabajar en la misma empresa, los estragos del terremoto de 1985 y un tratado de libre comercio— y olvidar, guardar o esconder sus ideales —ceder ante el sistema, como lo hicieron sus amigos—. Es eso, o entrar al coma eterno.

Más que un equipo de intérpretes que constantemente aparecen en sus películas —como otros directores harían de algunos sus fetiches: Carlos Saura de Geraldine Chaplin; Pedro Almodóvar de Carmen Maura; Woody Allen de Diane Keaton y Mia Farrow;  Tim Burton de Johnny Depp y Helena Bonham Carter; Akira Kurosawa de Toshiro Mifune; Roberto Benigni de Nicoletta Braschi; Miguel M. Delgado de Mario Moreno Cantinflas; Ismael Rodríguez de Pedro Infante; y Emilio el Indio Fernández de Dolores del Río y Pedro Arméndariz—, lo interesante del cine de Gabriel Retes es que sus predilectos, el clan que lo acompaña regularmente para contar sus historias, es su propia familia.

El director, productor, guionista y actor, protagonista de varios de sus filmes, no sólo recurre a su esposa, Lourdes Elizarrarás (y/o María el Pozo), como algunos de los realizadores mencionados arriba, sino también a sus hijos Juan Claudio, Gabriela y Cristóbal Retes, y a su mamá, Lucila Balzaretti.

Retes es un realizador al que se toma o se deja. Su cine no es para todos. Hace lo que quiere y como quiere: critica, provoca y se divierte, y con El bulto (México/1991), una de sus cintas mejor logradas y más interesantes (junto a BienvenidoWelcome, 1994; y Bandera rota, 1979) no es la excepción (por eso no importa si sus hijos actúan mal o esa referencia/halago/sarcasmo a Carlos Salinas de Gortari).

En El bulto, que está en mubi.com, algunas situaciones pueden parecer absurdas e incongruentes con la edad del personaje de Retes, lo que puede sugerir un problema de guion, pero hay que tomar en cuenta que se durmió con una época y despertó en otra. Aparenta más de 40, aunque mentalmente sigue teniendo 20. Véala… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

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