Malayerba: Dice mi apá
No podía dejar pasar a esa camioneta. Iba a 120 kilómetros por hora. A pocos metros después del semáforo. Estaba cerca la central de policía
No podía dejar pasar a esa camioneta. Iba a 120 kilómetros por hora. A pocos metros después del semáforo. Estaba cerca la central de policía
Me había ido de la casa y ahí empezó todo. Le decía a mi apá que le mandara dinero a mi amá. Por supuesto, ella
Le dijo que la iba a bajar todo: la luna, el sol y las estrellas. O sea un local de lujo, El recodo y Los
Germán tenía una novia en Austria. Y ahí estaba, sentado en ese restaurante de aquella plaza. Había ido a visitarla periódicamente, después de que concluyó
Hacía frillito. Y era su segunda vez. La primera se había ido impune. Y pensó que su contrincante ni cuenta se dio. Diez de la
Ahí estaban, sentados. El sordo con su acordeón y el gangoso abrazando la guitarra. Día de lluvia en la colonia 10 de mayo. Habían sido
Mujer sola. Guapa y joven. Simpática, agradable y jaladora. Con apenas un inconveniente: sus dos hijos. Así parece decir ella, con esa mirada esperanzadora. Sus
Para Norma Borrego, fuego y luz. Con un paso de témpano lo siguió. Estaba sólo a dos pasos atrás. Levantó el brazo derecho y dejó
El abuelo iba en su carcacha, preocupado por llegar a tiempo. Eran las cinco y media de la mañana y a su paso apenas le
Era buen mesero. Y muy trabajador. Pero además de llevar y traer comidas, de servir bebidas, se sirvió para sí: engolosinado, exprimió las botellas, después
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