Malayerba: La conversación
Escuchaba de todo: las amantes hablando sobre sus maridos, los maridos hablando sobre sus amantes, los narcos negociando con sus pistoleros, pistoleros cobrando por sus
Escuchaba de todo: las amantes hablando sobre sus maridos, los maridos hablando sobre sus amantes, los narcos negociando con sus pistoleros, pistoleros cobrando por sus
Casada con un hombre que la dejaba hacer y deshacer, ese mediodía decidió aceptar la invitación de su amiga para empedarse en algún bar como
El golpe le llegó por atrás. La camioneta Cheyenne, gris oscuro, con una oscuridad que invadía los cristales de la cabina, se le había echado
Tacos de tripa y quesadillas mixtas. Ideal para esos fines de semana de juerga. El sitio era el de siempre: los tacos de la Revolución,
Nadie quería el puesto. Huele a muerto, les contestó. En la policía las cosas andan mal: muchos asesinatos, bajos salarios y podrición. En las filas
El cadáver en medio. El padre en uno de los extremos de la habitación, arrinconado, agachado, con el sombrero ensombreciendo su ya de por sí
El esposo los sorprendió apretados, fundiéndose en uno solo, trenzados y sudorosos. No dijo nada. Se mantuvo firme, en la puerta, del otro lado del
Morena, de ojos grandes, pelo lacio y baja de estatura: la muchacha tenía dieciséis años y detrás del mostrador era una reina. Lea: Malayerba: Dos
Los dos hermanos habían sido militares. Seis años en la milicia. Seis años para nada. No eran oficiales porque se conformaron con permanecer ahí, vestidos
Ahí en el pueblo no era nadie. Era sólo un joven con apodo. Y al final fue alguien: alguien que empezó con una moto de
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