Estudio Arquitectura en la UNAM, la cual abandona para ingresar a la Escuela de San Carlos (1954), aunque su sueño era ser portero del Necaxa.
Estilo atípico para una generación que se confrontaba entre la escuela mexicana de pintura y la contracorriente, el elige (quizá influenciado por su maestro Bardasano) aprehender la naturaleza en su monumentalidad enigmática y los goces espirituales que puede dar al hombre.
Su obra se encuentra enclavada en la tradición paisajística del siglo XIX, la técnica que elige es la acuarela, inspirado en la obra de los impresionistas, Sargent y Sorolla.
El tema del indigenismo lo retoma como una forma de preservación de la cultura, a partir formas de colores, de lugares como Chiapas, Oaxaca, la Sierra de Puebla.
Considerado como unos de los grandes acuarelistas de la segunda mitad del siglo XX, su paleta eterniza la majestuosidad de la naturaleza del Centro sur de México, lo romántico de las grandes montañas y volcanes, las que contemplo siempre desde las faldas del Ixtacihuatl, Tlalmanalco y los alrededores.
De sus viajes a la playa cuando iba al maviri, le queda la idealización de los atardeceres, de las barcas. Como un proceso de idealización , recupera los temas de la ingenuidad de la alegría del juego en el mar.
A finales de los 80 realiza un recorrido y retoma el paisaje de la tierra que lo vio nacer. Sale a los 15 años de la Ciudad de los Mochis para regresar casi medio siglo después y para apropiarse el Sinaloa de su niñez, que en 1991 le otorga el Premio Sinaloa de Ciencias y Artes.
El mejor acuarelista de su época, reconocido mundialmente, que logra la perfección, pintando desde una óptica casi olvidada: la fuerza primigenia que une el paisaje de la naturaleza al hombre.